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Jasmina HARTIANA*

Acabo de ver una peli que se llama El año en que empecé a masturbarme (por cierto, la encuentran en Netflix). Se trata de una chica agobiada por equilibrar su trabajo y su vida personal (creo que a varias nos suena conocido el tema)  y bueno, para no hacerles el cuento largo, su pareja decide dejarla porque ella no le pone la suficiente atención a la relación. Ahora que lo pienso y recuerdo el inicio de la película, en esta aparece una mujer madura, alegre, saliendo de su chamba y con la ilusión que se la pasará increíble en el plan trasado con su pareja. El tipo en cuestión es un personaje bastante inmaduro que no sabe o no cree saber lo que quiere y que, desde su perspectiva, su mujer tiene la culpa de todas sus insatisfacciones. La mayoría del tiempo se la pasa criticándola por lo que hace y por lo que no, alentándola a dejar su trabajo (y sí, ella lo hace) para que, al final, aparte de quedarse sin trabajo, se queda sin marido. Claro, él es quien decide poner la “pausa” porque no le da lo que “necesita”.

En su camino encuentra a esta otra mujer joven que la alienta a masturbarse y le recomienda un libro (el cual sigo buscando); nuestra protagonista comienza un camino hacia su propia satisfacción. ¿Se han puesto a pensar que este mundo está hecho exclusivamente para saciar los deseos masculinos y no solo me refiero a los sexuales? Como mujeres nos vemos orilladas a gestionar las emociones de ellos manteniéndolos “felices” cumpliendo las expectativas que nos imponen y por ello, ¿cuántas de nosotras dejamos en segundo término o incluso olvidamos nuestras necesidades mas básicas como descansar, tener nuestros espacios de silencio o de estruendoso ruido de música que realmente nos agrade?

Me encantó la frase que introdujo este personaje joven quien incita a la otra a preguntarle a su vulva qué es lo que necesita, desea, y en qué forma debe proporcionárselo porque siendo realistas, hasta la forma en que se debe satisfacer a una mujer ha sido impuesto exclusivamente por lo masculino y si no me creen, los invito a abrir cualquier página porno para que lo corroboren.

A través de este viaje personal de satisfacción sexual, esta chica va descubriéndose y sobre todo, recordando de alguna manera que las únicas expectativas que debe llenar son las de sus propias necesidades y gustos personales. Y lo que para mí resulta más importante, es que despierta al darse cuenta que no tiene porqué llenar la lista inmadura de características que le ha impuesto el marido y al mismo tiempo que no tiene esa serie de defectos imaginarios que le ha impuesto el patriarcado como medida de control.

Desde que vi la película, he realizado el ejercicio de preguntarle a mi vulva qué necesita y me he sorprendido con respuestas del tipo “tienes que descansar, come mejor, dejar de preocuparte por los problemas estúpidos de los demás”, así que ha preguntarle a la vulva mujeres valientes.

 

 

*Soy fotógrafa y cuentista. Cuentos: Anabel, Miel con veneno, Imágenes que cuentan, Entretenimiento para Adultos, El Cerrajero, y la Chica del Tutú. jazminahartiana@hotmail.com

 

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