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Jasmina HARTIANA

Se han dado cuenta que han transcurrido cinco años desde la pandemia. Y me pregunto si aprendimos algo, si como una especie obtuvimos alguna moraleja o algo profundo que nos transformo de golpe. Yo recuerdo que en tiempos de encierros pandémicos me despertaba de golpe con el deseo que fuera una pesadilla y el silencio de las noches, un sin ruido en donde el miedo parecía flotar en el aire me confirmaba que ahora esta era nuestra realidad. Me tocó ver partir a algunos vecinos cercanos, evitaba las noticias y los especiales de Martha Debayle en donde se enfrascaban en la prevención del virus. Recordé haberle dicho a un compañero de trabajo que se reconciliara con su madre, el me miró de reojo y no me comentó nada.

Claro había cosas bellas que pasaron en ese tiempo por ejemplo, el despliegue de la vida salvaje en el mundo que se animaban a salir y disfrutar de lo que es también su planeta, lo hacían sin miedo porque el mayor depredador se encontraba encerrado gracias a sus propias acciones. Por un momento al menos los países dejaron de pelear entre sí, si claro, también, algunos locos líderes no dejaban de parlotear y llenarnos de mentiras que nos ponían riesgo, pero al menos parecía que había una tarea mayor; salvar el pellejo. No considero que seamos una especie que merezca dicho honor. Tenemos muchas carencias, pero en fin aquí estamos haciendo lo que tengamos que hacer.

Quizá sea porque se acerca el fin del año y el 2026 se asoma por la puerta y es probable que el miedo a lo que vendrá es lo que me lleva a escribir este texto ambiguo. Añoro las tardes de encierro donde me tumbaba en un sillón cerca de la ventana a ver las nubes pasar, solo trataba de adivinar las formas, la mayoría dragones y cerdos con el cielo azul intenso de fondo, sabían que no hay un tono igual de vivo en el mundo, incluso la escritora Lucía Berlín hablo de él con seriedad y asombro en memoria por el tiempo que vivió en México. Recuerdo que en aquellos tiempos no trabajaba hasta el agotamiento mortal como ahora. Hoy con el mundo al borde del colapso gracias a las guerras, algunas ni siquiera se pueden llamar así son aniquilación de pueblos de forma descarada, me pregunto si nos merecemos vagar en libertad por este planeta.

 

 

  • Soy fotógrafa y cuentista

Cuentos: Anabel, Miel con veneno, Imágenes que cuentan, Entretenimiento para Adultos, El Cerrajero, y la Chica del Tutu. jazminahartiana@hotmail.com

 

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