Uriel de Jesús SANTIAGO*

Hoy en día tenemos toda clase de entretenimiento a nuestro alcance, películas con efectos especiales que superan por mucho toda expectativa de siglos pasados. Y pienso en aquellos primeros escritores de ciencia ficción como Julio Verne que en sus libros regalaron a muchas generaciones el sueño de volar por los cielos o surcar el mar en submarinos, lo cual sabemos hoy es una realidad, entonces solo era un sueño.

Y qué decir de aquella otra generación de escritores que soñaron con los viajes espaciales, con pisar la luna, flotar en el espacio, mundos robóticos, inteligencia artificial o colonizar otros planetas; todo eso era una verdadera fantasía, algo que se creía irrealizable y hoy también vemos de una manera irrisorio o escalofriante que es posible.

A pesar de ello, estos mundos de ciencia ficción que se materializaron en las novelas distópicas del siglo pasado, siguen siendo sumamente vigentes, se leen con la misma sorpresa de aquellos años, no porque ahora soñemos con que sean posibles sus tramas, sino porque parecen relatos de nuestro acontecer cotidiano. Así que pasando la pequeña reflexión quiero hablarles de Crónicas Marcianas de Ray Bradbury que me llegó recientemente a casa en una edición de bolsillo que publicó el sello Austral; que en la contraportada dice:

“- No arruinaremos este planeta -dijo el capitán-. Es demasiado grande y hermoso.                                                                                – ¿Cree usted que no? Nosotros los habitantes de la Tierra, tenemos un talento especial para arruinar las cosas grandes y hermosas”.

y es así como un pequeño diálogo nos adentra a la primera de las grandes y sutiles críticas que esboza el libro, que fue publicado originalmente en 1950, en estos relatos fragmentarios Bradbury deja de lado los estragos de la tecnología -tema característico del género- y se centra en los de la propia humanidad, pues casi de una manera provinciana cuanta como los humanos logran finalmente colonizar Marte y empiezan casi por instinto a devorar sus recursos. El libro comienza cuando una sucesiva serie de cohetes plateados sale de la Tierra con la intención de poblar al planeta rojo, igual que sucede entre culturas, estos humanos colonizadores piensan que su modo de vida es el mejor y comienzan a imponerlo sobre el resto, sin tener el menor respeto por la cultural del planeta al que llegaron; entonces Marte se vuelve una metrópoli de comida callejera, tardes en el sofá, vicio y entretenimiento, sin darse cuenta que han traído consigo enfermedades desconocidas y herramientas con las que rápidamente podrán ocasionar la extinción de los marcianos, con la misma rapacidad con la que en siglos los terrícolas han destruido su planeta. En fin, esto solo es literatura, aún la colonización de Marte sigue siendo un sueño, pero es muy probable que en este milenio deje de serlo y ojalá la humanidad esté realmente preparada para ello.

*Es periodista cultural, estudiante de la ENAH y la UNAM, desde los 14 años colabora en diarios y revistas locales, ha publicado 5 libros sobre temas oaxaqueños, en 2021 recibió el Premio de la Juventud de Oaxaca de Juárez y es miembro corresponsal del Seminario de Cultura Mexicana. En redes: @UrieldeJesús02

 

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