Karla MARTÍNEZ DE AGUILAR
Fotografías: Manuel Jiménez
Locación: Taller Canela
El barro es una elemento que ha acompañado al hombre a lo largo de su historia y para preservarla hay que vivirla.
Existe cierta magia al transformar un material tan sencillo que puede sostener un hogar o un pueblo, pero también, da forma a una expresión de belleza artística.
Para el artista Tomás Pineda Matus, el reencuentro con el barro se remonta a su niñez, a su infancia en su pueblo Chicapa de Castro, en el Istmo de Tehuantepec, cuando iban al río a bañarse todos los niños, jugando con el lodo y a resbalarse en este como en una rampa grande, y a hacer figuras que al secarse al sol se endurecían con el paso del tiempo, –el barro es una herencia cultural preshispánica de las diferentes culturas de México y del mundo que a través de las arcillas y las piedras fueron de las primeras manifestaciones de expresión- desde su infancia surgiría la necesidad de experimentación con este material local para el artista oaxaqueño.
La consolidación del arte de Tomás Pineda se basa en la constante búsqueda de elementos técnicos que le permitan seguir desarrollando su inspiración a través de diversos materiales.
20 años después de su primer acercamiento como estudiante con la cerámica, este 2022 es la oportunidad de reencontrarse y desarrollar bajo la madurez artística, la observación, la imaginación, una faceta personal y creativa que enriquece su obra.
Me gusta ser autocrítico y me exijo aprender nuevas técnicas, en el caso de la cerámica la interrogante era ¿cómo será la obra de Tomás Pineda de forma bidimensional o tridimensional?
En la cerámica el artista no tiene el control absoluto de las cosas, surge una idea de lo que quiero, pero la naturaleza misma de la materia como es el barro o la arcilla, más el fuego condimentado con los pigmentos o los óxidos más el acabado final que se le quiere brindar es un proceso con muchas exigencias, pero con muchísimas posibilidades para apreciar mi iconografía -mi tendencia artística- en el exquisito lenguaje cerámico, cada técnica tiene sus códigos de comunicación y la cerámica era un pendiente en mi carrera. Influyó también el haber tomado el curso con el maestro Edmundo en el Taller de Artes Plásticas “Rufino Tamayo” hace varios años cuando era estudiante.
Sé que no me convertiré en un experto maestro ceramista, pero me apoyo en personas profesionales como el maestro Claudio Jerónimo del Taller Canela, quien facilita el proceso técnico para cuando yo llegue ya este todo listo para trabajar, eso me permite contar con los primeros elementos y tan solo dejo fluir mi imaginación en trazos o en aplicar un relieve alto o bajo sobre la superficie, en el caso de la cerámica mural y en el caso de los objetos utilitarios y artísticos. Disfruto cada trazo de principio a fin gracias al dibujo que enriquece la creación para que mis piezas en cerámica reflejen ese componente humano del trabajo hecho a mano y me brinda el conocimiento para moldear de manera tridimensional la pieza en turno, entendiendo las características físicas, químicas y técnicas de todos los materiales.
Tomás Pineda disfruta de la creación artística como una experiencia totalmente innovadora, capaz de purificar el alma y forjar obras que sensibilicen nuestro pensamiento y sobre todo, nuestros sentimientos.
Todos los días tratamos de aprender algo nuevo, la vida misma es una posibilidad infinita de experiencias, tengo un interés particular por descifrar las leyes de la naturaleza, del universo, todos los días volvemos a nacer, pero también comenzamos a morir por el proceso mismo del ciclo de la vida -la vida es cíclica; el amor, el desamor, una nueva técnica o reinventarse en la misma-. Las aves que habitan en los árboles al lado del taller y que me cantan por las mañanas y jubilosos anuncian el anochecer, eso es mágico y la interacción que tienen entre ellos me fascina, ellos dibujan sobre el silencio y es algo que me sorprende y da la oportunidad de percibir y disfrutar cada día.
Para mí, la vida misma es experimental, así como la cerámica, el óleo, el grabado, uno como artista sugiere el resultado pero, no tiene el control absoluto de la pieza, porque el sol, la humedad, el fuego, la misma tierra, intervienen de manera natural y me ajusto a las condiciones. Si se craquela el barro es porque tiene vida, es la energía universal.
La cerámica y la madera son el punto central de las obras más recientes de Tomás Pineda que forman parte de las interrogantes por conocer la historia del hombre y la interpretación del artista.
Esta faceta es autobiográfica, todo lo que estoy experimentando era un pendiente, yo sabía que iba a hacer algo con estos materiales es mi exigencia, mi necesidad, es saborear la vida con otras cosas, quiero seguir experimentando y sobre todo por la razón existencialista, hay muchas incógnitas en el barro y la madera ¿cómo surgieron, por qué tienen esos colores y texturas?
El hecho de hacer arte no nada más es dar un punto de vista de lo que yo pienso o hago, hacer arte es conectarse con los demás como individuos ¿qué somos?, ¿quiénes somos?, ¿a dónde vamos?
Las capas del barro o la madera que a través del tacto empiezo a leer y le pongo formas con la uña, el dedo y las herramientas que pueden ser útiles, hasta los instrumentos más simples, me hace disfrutar la posibilidad de moldear tridimensionalmente o bidimensionalmente con protuberancias en bajo o alto relieve, me proporciona un sentimiento genial y es muy interesante.
Placas de barro que convierte en murales con una maestría absoluta que tuve la oportunidad de ver como en un lapso de tiempo del barro brotó una palmera, un toro y las piernas largas y rostro de una mujer, la imagen emerge de la tierra fresca, así como la vida misma, jarrones, esculturas y platos que son el resultado de una concepción artística y utilitaria de la obra de Tomás Pineda.
La cerámica se presta para dos cosas ser -utilitaria y contemplativa- no puedo servirme una comida sobre un lienzo de un óleo, pero sí puedo servirme algo de comer encima del plato que he dibujado o utilizar la vasija como recipiente.
Me gusta la idea de poder disfrutar la obra de Tomás Pineda desde la cerámica, el grado de estética que le da la armonía a las formas, disfruto ver un jarrón que va tomando forma y sobre todo cuando le pongo lo que quiero dibujar porque estamos acostumbrados a pintar sobre superficies planas y de repente que empiece la curvatura de un jarrón, los bordes, los dibujos que voy plasmando, pero además la posibilidad de trabajar el interior de un jarrón o una vasija y cambiar la percepción de no solo trabajar de forma lineal ¡me sorprende y me maravilla!
Apreciar la iconografía de Tomás Pineda – las mujeres, toros, caballos- componente humano que es el hilo conductor de los óleos, ahora, en la cerámica, nos demuestra que no es un ceramista más, es un artista plástico completo y profesional que trabaja con la cerámica.
Tengo una iconografía y tendencia hacia mis figuras, no importa la técnica que esté trabajando, siempre habrá un hilo conductor, en los óleos trabajo con texturas, arenas, mármol, pero en la cerámica es otra cosa impresionante, bajo el lenguaje de la cerámica hay bajos o altos relieves, engobes y óxidos, elementos más geométricos en el fondo, pero también sigo siendo gestual con trazos muy libres, no deja de ser dibujo, incluso, el moldeado de una figura, de una cabeza debe estar proporcionada con la sección áurea que con el efecto del fuego provoca transformaciones, en parte involuntarias, y aporta a la obra la sorpresa que otros materiales no te dan.
¿La cerámica es para usted poética visual?
Sin duda, con prosas caprichosas, porque la prosa es una posibilidad dentro de la literatura para escribir con cierta libertad, no respeta ciertas reglas, yo propongo en el caso de la cerámica, pero decide el fuego, la humedad, la energía, el tipo de barro, la gestualidad en la cerámica no solo hablo del trazo sino como tomo la esponja, la cargo de pigmento y la dejo caer yo no puedo dirigir cómo y dónde caerán las gotas, solo es una intención del artista, la magia la realiza el fuego, es una poesía visual.
La madera es otro elemento que conecta a diferentes culturas a través del tiempo y espacio y un nuevo elemento que enriquece la obra creativa de Tomás Pineda.
La madera es una materia preciosa que me remite a mi papá, él trabajó la carpintería y desde niño me involucró en este oficio, trabajamos los yugos, los timos, los arados, las camas de las carretas, mesas, bancos, catres, la caja y espiga, me tocaba cepillar, lijar, cerrar con serruchos muy largos y barnizar. Este nuevo ciclo trajo la creación del taller de carpintería artística, estoy tallando esculturas, unos bancos y mesas rústicas -artísticas con el toque de Tomás Pineda, respetando las vetas, las formas, los colores de la madera, dejar que la naturaleza hable, me siento como el encargado de hacer posible que los materiales lleguen a su lugar indicado y hacer el arte. Colecciono piedras, me sorprenden las formas y figuras que denotan tiempo, fuego, agua y viento. Ahora, emocionado con estos materiales, emerge en mí la posibilidad de fusionar la piedra y la madera con un barro, y entiendo las instalaciones, los móviles, las esculturas. ¡Soy afortunado!, puedo pintar al óleo, acrílico, temple, caseína, dibujar con lápiz, con una punta para el grabado y litografía, me gusta ser polifacético, experimental, son posibilidades de probar diferentes emociones.
La vida de Tomás Pineda es el espejo para crear piezas de arte donde la geometría se alterna con la huella de sus manos.