Armando EBOLI*
SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, CHIS.- López Obrador es un hombre que sueña con pasar a la historia, protagonizar y quizá, en un lejano futuro, aparecer en los billetes de cien pesos. Por eso mismo su gobierno ha apostado por una agresiva estrategia de comunicación que lo ha llevado ha confrontarse con los medios de comunicación constantemente, no deja títere con cabeza y todos los medios no afines a él, sean grandes consorcios o independientes, parecen formar parte de un complot para sabotear su proyecto. La agresiva retórica del gobierno a los periodistas, y los reclamos de estos por una mayor protección se han trasladado a la misma política exterior.
Sigo pensando que el punto más débil del actual gobierno es la política exterior, donde un muy capaz canciller Ebrard tiene que hacer malabares entre los intereses del estado y los exabruptos del Presidente. Andrés Manuel está demasiado inmerso en la política electoral y cegado por su entusiasmo de pasar a la historia, ya han pasado más de tres años de su gobierno y parece más desesperado por consolidar esa transformación que quizá nunca termine pues la violencia sigue igual, ocupamos el mismo lugar en los rankings de corrupción, la inflación es la más alta en 20 años. Mientras más cerca está el final de su sexenio más importantes se vuelven Dos Bocas, el Tren Maya y la Reforma Eléctrica para que la tan mencionada 4T, pueda apreciarse más allá de las palabras.
Defender su tan preciada imagen pública lo ha llevado a meterse en conflictos innecesarios. A la ONG -Mexicanos Contra la Corrupción- la ha acusado de ser un instrumento golpista de Estados Unidos por recibir dinero de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID por sus siglas en ingles). Conflicto diplomático que no subió a más porque Estados Unidos no quiso darle más importancia.
La situación de violencia que viven hoy los periodistas, los ha llevado a gestionar diferentes formas de hacer llegar sus demandas a oídos del gobierno, más allá de una mañanera demasiado politizada, una de esas gestiones paso a través del parlamento europeo que aprobó una resolución en la que le pide al gobierno mayor protección al gremio. Del texto lo que más pudo dolerle al presidente fue la petición de frenar la retórica populista contra los periodistas y su estigmatización, lo que vemos especialmente en la sección “Quien es quien en las mentiras” de las mañaneras. Una acusación que refuerza las airadas acusaciones del gremio periodístico y que han sido ignoradas por el Presidente, sobretodo, por la obsesión que tiene por su imagen pública.
La respuesta visceral que AMLO dio al Parlamento Europeo, llamándolos borregos, es parte de una estrategia, pues si la resolución les da armas a sus detractores, su contestación recurre al nacionalismo victimista y a Benito Juárez, su “vieja confiable” para decirle al resto del mundo que se metan en sus propios asuntos. Radicaliza a sus bases poniéndolo a él como la única fuente de verdad. Pero, sobre todo, fue la estrategia elegida porque su ego ofendido no acepta que el final de su sexenio ha comenzado, y todavía no tiene el respeto, a nivel internacional, que Lula Da Silva o Pepe Mújica tuvieron al final de sus gobiernos. Todavía está lejos de pasar a la historia.
*Licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP) y pasante de la maestría de Periodismo Político por la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. Interesado en relacionar arte con política. De gustos altermundistas pero acostumbrado a vivir en un mundo neoliberal. exxebo@