¡LA ÚLTIMA Y NOS VAMOS…!
Luis Miguel Urbiña Calvo
Con el estallido de las redes sociales a partir de la pandemia del COVID-19 se han abierto innumerables flancos, gustos, áreas, sectores, contenidos de todas las edades, colores y sabores respecto a los programas de televisión de paga y redes sociales como hemos comentado. Podemos opinar al respecto de programas que no sabemos si estén regulados por la Secretaria de Gobierno Federal.
Pero vemos participaciones de niñas y niños con adultos que aparentemente son sanos, sin que sean culturales y educativos. De entretenimiento, muy probablemente si lo sean y que tengan auditorio, suponemos que sí, porque si no tuvieran rating simplemente no los consumieran ni estuvieran al aire.
También vemos programas con lenguaje en su contenido de: “normales” entre jóvenes. De lo que antes nos cuidábamos o nos cuidaban usando palabras como “buey” entre mujeres o mujeres con hombres, también “no @#$&mes” lenguaje por cierto muy descuidado, pero lo consideramos en “onda”
No sé, diga peladeces como “la ve$@#” entre mujeres o mujeres con hombres, las escuchamos simplemente ordinarias. Ahora escuchamos niñas y niños desde los 13 años ¡De verdad! ¿Eso es moda? Cómo no se copian modas o tendencias cómo el estudio de alguna ciencia. Hace unos días en un programa aparentemente normal de TV por cable escuchábamos: “soy una per@#$” ¡caray! Es de sorprender.
Como si ser una “per#$$@” fuera un top, un plus y hasta las profesionistas o personas “damas” que tienen función pública, hasta lo presumen, lo escuchamos en diversos sectores de la sociedad. No jóvenes. ¡No! Se están equivocando. No copien lo que no entienden, no igualen lo que no saben, que significa, que esas palabras o frases no significan empoderamiento, más bien significan poca preparación académica, poca cultura y pocos hábitos familiares.
No es un orgullo hablar desafortunadamente, orgullo es hablar por ejemplo: con metáforas, con metonimias, con argumentos, por qué hemos leído acerca de “tema”, hablar con fábulas, con sarcasmo, con ironía, con buenos hábitos y buenos modales demostramos que somos personas educadas, decentes y cultas.
Y, tampoco nos equivoquemos, porque tampoco tiene que ver con el estatus social, menos tiene que ver con lo de ahora ser “chairo o fifi”. Conocemos muchas personas que incluso, sin ser profesionistas hablan con pulcritud, con decoro, con decencia, apropiadamente. Sin emitir barrabasadas menos groserías.