Karla MARTÍNEZ DE AGUILAR
La Madre Teresa de Calcuta enseña que “el que no vive para servir, no sirve para vivir”, la cual inspira a la oaxaqueña Claudia Luján Carreño para promover la cultura, el arte, la gastronomía y las tradiciones de Oaxaca, y la asistencia social en Paliativos-Área del dolor y albergues del Hospital de la Niñez Oaxaqueña.
Nació en una familia ligada a la cultura. Su padre, Aquiles Luján Zavaleta, caficultor, al igual que su abuelo Aniceto Luján, dueño del cafetal “La Sirena”, tuvo gran interés en la música, la cultura y la herbolaria. En su familia materna, la mayoría fueron médicos de profesión. Su abuela materna Rosita Espinosa de los Monteros Zafra, mujer de gran corazón, fue ejemplo de servicio y altruismo. Claudia, creció en dos familias que enriquecieron su amor por Oaxaca y deseo por contribuir al bienestar de los demás.
Mi gusto por la cultura y arte proviene de mi papá, al que le encantaba cantar, tocar la guitarra y acordeón; siempre me decía “para que conozcas bien un lugar, debes visitar principalmente sus mercados y museos, eso te va a enseñar y dar a conocer el lugar y a su gente”. En los mercados conocería de primera mano a los verdaderos artesanos, la comida local, los productos endémicos del lugar y a su gente.
Esos lugares eran nuestras visitas obligadas al viajar ¡Era muy feliz! Él me enseñó a amar mis raíces, presumía mucho sus raíces oaxaqueñas, y los amigos y familia que nos rodeaba querían escuchar todo lo que tenía que decir sobre la entidad.
Para mí era común comer los productos endémicos en cada viaje. Mi papá nos traía de la finca el Palo de Chile y la Oreja de León, utilizados en la herbolaria, y que pocas personas de la ciudad conocen y comen en sus guisos.
Por parte de mi mamá, mi abuela Rosita, mujer de gran corazón y desprendida de las cosas materiales, llega por azares del destino a Zimatlán de Álvarez, (fue de las primeras mujeres médicos en la entidad) donde conoce a mi abuelo Adán Carreño Díaz, (originario de San José Guelatová de Díaz) con quien se casa.
Ponen en su casa, cuya propiedad se conserva frente al mercado, la farmacia “La Guadalupana”, botica y consultorio, y mi abuelo, hombre con visión empresarial, quien amaba la carpintería, hace sillas de madera que renta a la cervecería Corona para las ferias de los pueblos y monta también una funeraria. En broma, decían a mis abuelos que tenían un negocio redondo.
Fue una amalgama interesante tener ambas experiencias familiares, aunque la convivencia con la familia de mi mamá predominó, porque debido a la labor en la finca cafetalera de mi abuelo, tuve un padre ausente, además de que murió muy joven a los 44 años. Al enviudar mi mamá y tener dos hijos, tuvo que ser el sostén del hogar trabajando en varias cosas y, a su vez, ayudando a sus hermanos, cuando lo necesitaban. Jamás se le cerró el mundo, era una mujer muy aguerrida y adelantada a su época, y lo sigue siendo.
Mi abuelo Adán se convirtió en mi papá, el mejor papá, sabio e inteligente, al guiarnos, rol que asumió hasta el día de su muerte.
Con esta historia resumida de mi vida tengo un gran reto por delante. Aún me quedan muy grandes los zapatos por llenar y llegar a ser como los grandes ejemplos de mi familia cómo ayudaban a la gente. Siempre nos inculcaron que los valores no deben de perderse
Como bien me decía mi papá “si tienes dos pesos y puedes ayudar a alguien, quédate con 50 centavos y reparte lo demás; la vida te lo devolverá y nunca te faltará. Vas a ver qué bien se siente”. Hoy y siempre hablaré de sus enseñanzas y las de mis abuelos.
Por ello, creo que al procurar mejorar a las personas de lo que estaban antes de conocerte vale la pena vivir.
Además, con 18 años de experiencia docente en la ciudad de Oaxaca y en Ocotlán a nivel primaria, secundaria y preparatoria, siempre dije a mis alumnos: “No vengo a enseñarles, vengo a aprender de ustedes”.
Después de la docencia, el arte tomó parte importante de su vida y, ahora, es fundamental en su labor de promotora y gestora cultural. Sigue siendo una persona altruista que ha hecho que se le reconozca por ello.
Una de las satisfacciones personales más significativas ha sido involucrarse en construir y entregar al Hospital de la Niñez Oaxaqueña un espacio digno en el Área de Duelos.
Sin darme cuenta, llegué al arte con una dualidad natural heredada, al entender el lenguaje de la expresión artística del lado masculino, con la mirada, interpretación e inspiración del lado femenino, expresando por escrito la creación y postura de un artista, siempre con el interés de seguir aprendiendo de los grandes maestros y de los artistas emergentes.
Inicio en el arte por las enseñanzas de mis abuelos y mi padre, pero a pesar que uno honra con sus acciones a sus ancestros, merece el reconocimiento propio y cuesta entenderlo.
A mi familia faltó ser reconocida por la labor que hicieron durante muchos años. Es un honor recordar que la educación y formación que nos dieron ha rendido frutos buenos en mí. Forman parte de lo que soy, ahora, el reto es heredar con acciones lo que me enseñaron a mi hijo Daniel, a mi nieto Santiago y a las personas que están a mi alrededor. Es mi compromiso moral.
Los Reconocimientos.
Por el primer reconocimiento, me buscaban vía telefónica, pero no contestaba porque el número era de Ciudad de México, hasta que un amigo me dijo que intentaban localizarme.
Contesté y dijeron que el 9 de marzo de 2021 querían entregarme un reconocimiento por mi labor, pero antes de aceptarlo, querían confirmar mis datos que obtuvieron cuando mandaron a unos alumnos, a hacer una encuesta en la que el Director del Hospital de la Niñez Oaxaqueña y un grupo de artistas plásticos, dieron mi nombre para que se me otorgara.
Como el comité organizador no me conocía, preguntaron si tenía una Fundación o Asociación; contesté que no contaba con ninguna y que trabajaba con mis propios recursos humanos y económicos, todo por mi cuenta. Así, el 9 de marzo de 2021, me entregaron el Reconocimiento por mi labor Cultural y Altruista.
Después vino el nombramiento de Embajadora de México “Canto por la Paz” por SOS PEACE en Sao Paulo, Brasil, y en 2022, fui coordinadora estatal de la Cumbre Global de Pueblos, Etnias e Identidad, donde busqué visibilizar a nuestros artesanos, cocineras tradicionales y a maestros mezcaleros, brindándoles un espacio para exponer y vender sus productos sin que se les cobrara y generaran alianzas de trabajo.
A la par, he realizado conversatorios y talleres en favor de las mujeres, artesanos y de la sociedad.
Me cuesta mucho pedir para mí, lo hago para difundir la labor de los artistas y artesanos, y aunque mis amistades me han dicho que la labor que realizo es muy valiosa y debe cobrarse, porque es un trabajo, hasta hoy no puedo hacerlo.