Jennifer JIMÉNEZ*
GUADALAJARA, JAL.- Huevitos de pascua por doquier, niños buscando entusiasmados entre los arbustos, en los árboles, entre los juegos para llenar sus canastas de emocionantes posibilidades, ¿será un dulcecito o confeti? Satisfechos por su aventura, se reúnen para contar juntos sus coloridos huevos y descubrir lo que esconden dentro. Así se vive abril, para después darle la despedida con una celebración que pinta sonrisas inolvidables, el día del niño. Que linda e inocente juventud, que se vive con su máxima expresión, libre de preocupaciones abrumadoras e ilusorias.
Quién pensaría que años más tarde, cuando se es adulto, uno de los tesoros que más se busca es la eterna juventud. Las personas quieren vivir más y más, extendiendo lo más que se pueda la juventud, se rehúsan a avejentarse cayendo en la exageración de envejecer sin dignidad. Ahora sus huevos de pascua son las cremas antienvejecimiento, las cirugías rejuvenecedoras, el bótox, en fin, amplias posibilidades estéticas que prometen estirar más esos años, aun cuando es inminente el declive.
Cuál será la verdadera razón escondida por retener a la juventud ¿Es el miedo a la muerte o el miedo a dejar de ser atractivas lo que está volviendo locas sobre todo a las mujeres? No descarto al sexo opuesto, seguramente tenemos un caso cerca de nosotros en el que no sabemos si sigue vivo o se ha convertido en una estatua de cera. A ese grado se ha llegado por la identificación con la forma o la materia. Al extremo de que se quiere prevalecer en una edad aun con el inaplazable paso del tiempo. Se ha creado una identidad tan fuerte con lo físico, que el hecho de que ese físico se desvanezca o pierda equivalencia, aterra, pues si no se tiene esa identidad, no sé es nada.
Lo peor es que cuando ya no hay procedimiento o tratamiento estético suficiente para esconder la edad, el sufrimiento aparece más fuerte que unos años atrás, la falta de aceptación provoca estragos en la personalidad de las personas. Se convierten en seres miserables por dentro, sin poder evitar exteriorizar esa miseria, pues se hace evidente ante los ojos de los demás. Siempre preocupadas por su aspecto, por la arruga, por el físico, pero nada preocupadas por cultivar su interior.
No satanizo las cremitas o las acciones para cuidar nuestra piel o darle una ayudadita a la perdida de lo que nos hace jóvenes, si uno logra hacerlo plenamente consciente de que no puede detener el paso del tiempo y de que todo se deteriora, podrá envejecer en paz, libre y feliz, es decir con dignidad. Si las personas encontrarán que cultivar el interior para enfrentar el camino a la etapa de la vejez puede ser una mejor herramienta para aceptar la realidad, habría mas personas haciendo que cada minuto de su andar por esta dimensión valga la pena.
Habría más personas riendo, disfrutando de sus seres queridos, contando su historia, dedicándose tiempo a si mismas para trabajar en su parte interna, y no personas entregando su energía y vida a las redes sociales, con la obsesión de mostrarse para saber la opinión de los demás o a las compras impulsivas en línea. El secreto no está en vivir más sino en vivir con calidad. Calidad de pensamientos, calidad de emociones, calidad en acciones. No persigas la juventud siempre terminarás cansada, mejor vive tu madurez con gracia, con soltura, aceptando e invirtiendo tu tiempo en algo más valioso, más alineado con un propósito, algo que realmente te llene de vida.
*Escritora e instructora de meditación. Apasionada por los temas espirituales y de superación personal. He tomado diferentes estudios, diplomados y cursos que me han llevado a conocer y compartir lo que aprendo y experimento sobre el poder de nuestra mente y espíritu.
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