Armando EBOLI*
SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, CHIS.- Existe un gran electorado que no está satisfecho con el gobierno de López Obrador, sin embargo, tanto el Partido Acción Nacional (PAN) como el Partido Revolucionario Institucional (PRI), los partidos de oposición más fuertes, no han podido lavarse la cara del hartazgo social que existe en general, hacia los gobiernos anteriores y actual. El PRI se siente avergonzado de reivindicar el gobierno de Peña Nieto y el PAN no se atreve, por diferencias internas, a aprovechar el legado calderonista o foxista.
La falta de una oposición por tanto tiempo y la pasividad de los candidatos del Movimiento Regeneración Nacional (MORENA) que viajan por todo el país tratando de convencer al electorado de quién ama más a Andrés Manuel López Obrador (AMLO), han desangelado un poco las precampañas. Es en esa área de oportunidad donde ha surgido Xóchitl Gálvez como una figura que ha venido a tomar los focos; su popularidad parece a primera vista un error del presidente, pues siendo la favorita para gobernar la Ciudad de México, intentó señalarle como opción aliada a sus tradicionales enemigos, la élite invisible. La acusó de querer desaparecer los programas sociales y sin embargo ella, con una gran capacidad de respuesta llegó a pedir su derecho de réplica, ese derecho que el presidente siempre ha dicho se le ha negado y él, se lo negó. Este incidente la catapultó en las encuestas y ahora suena como una posible candidata presidencial.
El presidente quizá se hubiera sentido más cómodo con una candidata como Lily Téllez con su discurso tan de extrema derecha que una campaña de contrastes, de buenos contra malos; era inevitable, a él le encantan las campañas polarizadas. O con un Santiago Creel, un panista de libro que vestido de traje parece una caricatura de lo neoliberales que tanto critica. Pero Xóchitl Gálvez se sitúa más al centro, se apropia del discurso del presidente y dice, quiero más.
Se le acusa de mentir sobre sus orígenes humildes, en un sexenio donde se han cansado de repetir que los pobres viven creyéndose de clase media; a ella, de escuela pública e hija de maestros rurales, se le acusa de haber nacido rica. Se le echa en cara su falta de experiencia, pero esa es precisamente su ventaja, no podría considerársele una cara nueva, si ya hubiera tenido un puesto de gobierno de alto nivel; su imagen estaría más gastada. Al final, basta escarbar un poco para desromantizar su imagen y encontrar una hermana en prisión preventiva desde hace años, acusada de secuestro.
La oposición necesitaba desesperadamente a alguien nuevo, que le generara confianza y que pudiera enfrentarse al presidente sin tener que recurrir a políticos quemados o demasiado conservadores. La casualidad o el descuido del presidente, le dio la oportunidad a Xóchitl Gálvez y de ella dependerá mantenerse como la persona que ocupe ese vacío ya sea porque decida bajar sus expectativas y quedarse donde tiene más posibilidades de triunfo, como candidata a jefa de Gobierno de la Ciudad de México, o porque se equivoque y la candidatura presidencial le termine quedando grande.
*Licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP) y pasante de la maestría de Periodismo Político por la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. Interesado en relacionar arte con política. De gustos altermundistas pero acostumbrado a vivir en un mundo neoliberal.
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