Jennifer JIMÉNEZ*
GUADALAJARA, JAL.- Tengo meses leyendo “el libro tibetano de la vida y de la muerte”, hay lapsos en que lo leo diariamente, hay lapsos en que lo descanso. Es la primera vez que ocurre esto en mí, pues suelo terminar los libros en un tiempo razonable. Pero este en particular ha sido mi némesis. Comprendí que es así no tanto por la dificultad que alego no tiene el libro, es más bien debido a la resistencia que de pronto mi mente defiende al enfrentarse a un concepto totalmente diferente, despreocupado y maravilloso como lo es la muerte.
Apenas nos enteramos que alguien murió y lo primero que decimos, al menos yo y el noventa por ciento de las personas que conozco es: ¡Pobre! Ahora comprendo que no tiene nada de pobre. Pobres nosotros que nos quedamos aquí con nuestra ignorancia respecto a la percepción de la muerte, con todos esos dolores por el apego. Podría escribirles lo maravilloso de este libro, el cambió de conciencia que ha generado en mí y lo que he aprendido, pero no me alcanzaría el espació que tengo en este medio.
Es por esto que vengo aquí con toda humildad a tratar de contribuir con una percepción más libre, menos dolorosa, no de la muerte física como tal, sino de la muerte de los ciclos que vivimos día a día. Porque leyendo este libro, la comprensión del cierre de etapas se vuelve muchos más llevadero y un tanto más iluminado.
La duración de cada etapa es incierta, y creo que depende en realidad de lo que debamos aprender de la experiencia. Por ejemplo, las rupturas de pareja, que algunas son tormentosas, otras caóticas, otras totalmente devastadoras. Todas tienen su grado de dificultad al quererlas terminar, por los motivos que sean. La verdadera dificultad no es terminar, no es tomar la decisión, porque esas se dan hasta en un arrebato, en un hartazgo, en un grito reprimido desde hacía tiempo. Lo verdaderamente retador es lo que viene después, si hemos decidido aprender, enfrentarnos a nosotros, aceptar algunas verdades o si caeremos en la tentación de culpar al otro lado para no aceptar nuestra parte de responsabilidad y por consiguiente olvidarnos de la transformación.
La muerte de un ciclo puede que sea doloroso, pero después del dolor, si enfrentamos la experiencia con responsabilidad, con humildad, con las ganas de aprender y reparar el interior entonces le prosigue un estado de liberación. Se ha liberado la experiencia karmatica. Si no hay ese reconocimiento de nuestra parte, entonces, no hay canal para liberar ese karma, seguirán llegando ese tipo de relaciones que siempre nos dejan devastados.
Por esto, qué importante es tener la capacidad de irnos desprendiendo de esos karmas, que nosotros mismos nos hemos forjado, y que perduran no por castigo divino, sino por nuestra falta de interés en darles muerte permitiendo el resurgimiento en dharma, es decir en actitud correcta. Es importante aclarar que con actitud correcta no me refiero a actitud aceptada o regida por la sociedad, me refiero justamente aquella actitud que no te condene a ti mismo, la que te permita salir de esos círculos repetitivos en los que estabas anclado.
¿Cómo le hago para poder aprender de mis experiencias dolorosas, darles muerte y resurgimiento? Para que haya un resurgimiento necesitamos conocer la naturaleza de la mente, no de la mente condicionada, sino de la mente unificada en donde todo es amor, para darnos cuenta de que mis actitudes o acciones actuales no son una verdad, no son la realidad, sino que son aspectos materializados del miedo, que vienen de mis creencias o experiencias. Y aquí ya depende de cada persona qué técnicas utilizar, en mi caso recomendaré siempre la meditación para ir hacia adentro y poder reconocer la ilusión de la mente condicionada por la que nos regimos, así mismo reencontrar la mente unificada, que sería “el todo”.
En meditación podemos observar la ilusión de la persona que he sido, que solo existe por mis apegos, y podemos sentir que en realidad puedo desprenderme de esa percepción que tengo de mí mismo, para crear la que a mí y a mi entorno le brinde paz, armonía y equilibrio.
*Escritora e instructora de meditación. Apasionada por los temas espirituales y de superación personal. He tomado diferentes estudios, diplomados y cursos que me han llevado a conocer y compartir lo que aprendo y experimento sobre el poder de nuestra mente y espíritu.
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