Uriel de Jesús SANTIAGO*

Con 86 años cumplidos, más de 65 libros publicados, cientos de traducciones y los premios más importantes del mundo de la cultura a sus espaldas, incluidos el Nobel (2010), Cervantes (1994) y Príncipe de Asturias (1986), al escritor peruano Mario Vargas Llosa no le falta ningún mérito, sin embargo, sigue dando mucho de qué hablar, ya sea por el conjunto de su obra o sus polémicas declaraciones de ultraderecha que han estado opacando su literatura.

Los años más recientes los ha pasado entre escándalos, chismes y vericuetos; casi en silencio ha publicado sus ensayos Medio siglo con Borges (Alfaguara/ 2020) y recientemente La mirada quieta de Pérez Galdós (Alfaguara/2022) que se suma a la serie de ensayos en los que analiza la obra de otros grandes escritores como lo ha hecho en el pasado en Bases para la interpretación de Rubén Darío (1951), García Márquez: historia de un deicidio (1971), La orgía perpetua: Flaubert y Madame Bovary (1975), La utopía arcaica: José María Arguedas (1996), La tentación de lo imposible. Víctor Hugo y Los Miserables (2004); El viaje a la ficción. El mundo de Juan Carlos Onetti (2008) entre otros.

De su ficción novelística han salido relevantes títulos que lo han catapultado ante el mundo como La ciudad de los perros (1963), Conversaciones en la catedral (1969), La fiesta del chivo (2000), Travesuras de la niña mala (2006) y el último gran éxito Cinco esquinas (2016) impregnado de política, erotismo y realidad; pues desde 2019 no publica novela y Los tiempos recios pasó sin pena ni gloria ante la crítica y los lectores.

Vayamos pues a La mirada quieta (Alfaguara/2022) un recorrido cartográfico por la obra del decimónico español Benito Pérez Galdós -más conocido por ser autor de Fortunata y Jacinta– a quién Vargas Llosa releyó durante la pandemia, sí las 28 novelas que publicó de 1870 a 1909 y la extensa serie de Los Episodios Nacionales conformada por 46 títulos que en cinco series tratan la historia política y social de España durante el siglo XIX. Partiendo de ello hace un minucioso análisis de la obra de su homólogo, donde deja ver inconscientes momentos de similitud, como el interés político que ambos compartían, uno defensor del realismo y el otro del liberalismo; ambos amantes del teatro.

Vargas Llosa comienza este libro confesando “A mí no me gusta Marcel Proust, por ejemplo, y por muchos años avergonzado lo oculté. Ahora ya no. Confieso que lo he leído a remolones”, pues le parece deleznable la frivolidad con la que Proust construye su monumental En busca del tiempo perdido, encerrado en su mini mundo para no ver el exterior, ese que tanto para Llosa como a Galdós representó la fuente más interesante e inacabable de sus obras. Como lo repitió en su momento el mexicano Vicente Leñero “La realidad hace escribir historias más interesantes que las que uno se puede imaginar”, de ahí el disgusto con Proust. La mirada quieta son 352 páginas que parten de las similitudes entre ambos autores, para después ir desgajando el trazo de las ficciones, visiones y opiniones de Benito Pérez Galdós, testigo de una convulsa España que parecía palidecer ante débiles monarquías y una sociedad abrupta y cambiante.

 

*Es periodista cultural, estudiante de la ENAH y la UNAM, desde los 14 años colabora en diarios y revistas locales, ha publicado 5 libros sobre temas oaxaqueños, en 2021 recibió el Premio de la Juventud de Oaxaca de Juárez y es miembro corresponsal del Seminario de Cultura Mexicana. En redes: @UrieldeJesús02

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