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Armando EBOLI*

SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, CHIS.- En política, donde la palabra y los tratos no escritos cuentan mucho, la lealtad es extremadamente valiosa, y para López Obrador, es el requisito principal. Por otro lado, AMLO también ha demostrado ser un político de palabra, para quién pactar con un gran número de fuerzas le ha llevado a ganar la presidencia abrumadoramente, la mayoría de los Estados y controlar el congreso. Esta idea de lealtad a veces le ha empujado a defender lo indefendible, y nada le ha afectado tanto a la imagen de su gobierno este año, como defender a la ministra Yasmín Esquivel por las acusaciones de plagio.

Yasmín Esquivel es la esposa del empresario constructor favorito de López Obrador, José María Rioboó, cuyo nombre se volvió conocido tras participar en la construcción del segundo piso del periférico cuando AMLO era jefe de Gobierno del Distrito Federal. Está relación tan cercana ha marcado desde el principio la percepción que se tiene de Yasmín Esquivel como una persona extremadamente cercana a AMLO, y su nombramiento como ministra, fue muy mal tomado por los partidos opositores y otros actores políticos independientes.

Los problemas de Esquivel comenzaron cuando se postuló para ser presidenta de la Suprema Corte de Justicia, todo el sistema político tembló, unos de miedo y otros de entusiasmo, ante la posibilidad de que la facción López Obrador controlara los tres poderes de la unión. Yasmín Esquivel fue objeto de una investigación minuciosa para evitar que llegara a la presidencia y pues… la encontraron, su tesis de licenciatura, presentada en 1987, posee amplios pasajes idénticos a una tesis presentada un año antes, Esquivel terminó perdiendo ante Norma Piña. Por otra parte, la UNAM, donde se licenció, confirmó el plagio, aunque no ha sabido como procesarlo.

Los servidores públicos están bajo constante escrutinio público, y no puede culparse al presidente o al Congreso por ignorar el plagio cuando Esquivel fue nombrada ministra, pero en el control de daños y el cómo resuelven el problema sí se les puede reclamar mucho. Más allá de la ética o la moral, la razón maquiavélica por la cual se le pide a los políticos acusados de plagiar su tesis, que no han sido pocos, que den un paso atrás, es por lo problemático y desgastante que resulta defenderlos. En la política se juega discursivamente con términos como honestidad, esfuerzo, dedicación y otros más, un plagio de tesis transforma esos términos en palabras banas. Sólo un presidente con la popularidad de Andrés Manuel, podría defender a alguien acusado de plagio sin salir dañado electoralmente. AMLO tiene crédito suficiente para defender a la ministra, y ha preferido hacerlo para no atravesar un proceso para elegir a un nuevo ministro, sin que se haya resuelto la constitucionalidad de sus intentos de reformar el INE. Cuando se descubrió que la ministra habría también plagiado su tesis de doctorado, dejó de asistir a la Suprema Corte y la presión pública se fortaleció.

El caso de Yasmín Esquivel le ha hecho mucho daño a la 4T, ahora es más difícil creer que las escaleras se barren de arriba para abajo, cualquier discurso de renovación ética y moral, o que el México de “el que no tranza, no avanza” era exclusivo del PRIAN.

 

*Licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP) y pasante de la maestría de Periodismo Político por la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. Interesado en relacionar arte con política. De gustos altermundistas pero acostumbrado a vivir en un mundo neoliberal.

exxebo@hotmail.com

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