Jeniffer JIMENEZ*
En la edición pasada profundizamos en una técnica de meditación que nos ayudará a encontrar ese amor propio que tanto necesitamos y que nos llevará sin esfuerzo a tener un amor más grande y auténtico hacia nuestro entorno. Ya se comienza a experimentar esa sensación que el año se cierra y con el, algunos ciclos. También se empieza a vivir la urgencia por definir nuestros propósitos para el siguiente año; sería bueno considerar un lugar en nuestra lista par la meditación.
Recordemos que me comprometí a enseñarles tres técnicas de meditación que les ayudarán para fomentar el amor, la autoestima y la seguridad, así que sin más párrafos qué escribir, porque ando corta de espació, les explico la segunda meditación. Si no guardaste la pasada, siempre puedes ir a buscarla en las redes de la revista o tomarle una fotito y tenerla lista para cuando la necesites o desees empezar.
Se llama Meditación Trataka y es una técnica yóguica con el objetivo de permanecer contemplando un símbolo u objeto (puedes elegir una vela prendida). La práctica siempre se comienza con una buena postura: puede ser sentado con espalda recta, cabeza ligeramente inclinada, como llevando el mentón a la garganta, no muy profundo, con manos boca abajo descansando en las piernas. Posterior a tomar la postura, se hacen las cinco respiraciones profundas, con la intención que en cada exhalación se vaya el estrés.
Una vez en la postura y relajado con los ojos abiertos, vamos a concentrarnos durante un minuto en la llama, sin juzgar u opinar algo al respecto, ni bueno ni malo; vamos a seguir y mirar con atención el movimiento de esta. Una vez pasado el minuto (no necesitas ser tan exacto, te puedes basar en tu intuición para los tiempos) cerramos los ojos y nos concentramos en el movimiento de la llama, pero en color rosa, como si siguiera en nuestra mente, como si tuviéramos los ojos abiertos, con la firme convicción que esa llama rosa es la chispa divina del amor. Cuando aparezca un pensamiento distractor, lo cortamos simplemente notándolo o viéndolo sin seguirle la corriente. Volvemos abrir los ojos, nos concentramos en la llama por un minuto, de nuevo cerramos ojos y la imaginamos otra vez. Cada que aparezca un pensamiento, haremos lo mismo: abrir ojos, por un minuto ver la llama totalmente concentrados en su movimiento, cerrar ojos y continuamos viéndola en nuestra mente, pero el color rosa. Esta práctica tendrá una duración de quince a veinte minutos.
Esto nos ayudará a trabajar el músculo de la concentración para que podamos ir avanzando en la práctica aparte de fomentar, reconocer el sentimiento y la chispa del amor con mayor intensidad; también nos liberará de estrés acumulado durante el día.
Espero que esta práctica te sea de mucha ayuda y sobre todo, deseo que te motives para iniciar este nuevo hábito que solo traerá grandes beneficios para ti y todo lo que te rodea.
*Escritora e instructora de meditación. Apasionada por los temas espirituales y de superación personal. He tomado diferentes estudios, diplomados y cursos que me han llevado a conocer y compartir lo que aprendo y experimento sobre el poder de nuestra mente y espíritu. IG: meditaconmigomx www.meditaconmigo.mx