Enriqueta PÉREZ*
SAN LUIS POTOSÍ, SLP.- El 10 de mayo es un día comercial, conmino a la reflexión de la maternidad obligada, afirmo que es uno de los días más comerciales pues la misma Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio, Servicios y Turismo (Concanaco-Servytur,2022), informó por concepto de ventas se realizó una derrama económica de 62 mil 400 millones de pesos durante los festejos por el Día de la Madre, esta derrama no podría ser posible sin la configuración cultural que enarbola la fertilidad y la capacidad reproductiva -biológicamente hablando- como una herramienta para soportar y reproducir los roles de género en una sociedad.
Un día bastante suis generis, donde la mayoría de las personas relacionan la maternidad con los cuidados y éstos con una forma de amar, donde el amor es comprable a través de una comida, ropa, flores o lo que les alcance la economía, no es un día de reflexión, sino de generar muestras de “cariño” con objetos comprados, de “valorar” su trabajo doméstico con objetos.
Este amor que se compra queda muy lejos de algunas de las genuinas necesidades y deseos de las mujeres que muestren verdaderamente un cambio en el tejido social, una valoración desde el plano de la igualdad y equidad dentro de los hogares para empezar, con una justa repartición de las responsabilidades y tareas domésticas de manera equitativa, de participar democráticamente en la resolución de problemas y toma de decisiones al interior de la familia y la comunidad, de poder estudiar o emprender un negocio, todo esos deseos que permiten a las mujeres ser independientes, de reconfigurarse como seres humanos en proceso de realización plena.
Acciones que no imputen a las mujeres en clasificaciones vanas como dulces, amorosas y creadoras de hijitos, para hacer el cambio de chip es importante repensar y cuestionar todo el aparato cultural y económico, limitando la reproducción de ideas patriarcales, desafortunadamente las mujeres son presas fáciles de la sublime trampa del amor, del amor a la familia, -cuestión que no está mal-, pero no con esa carga ideológica que difícilmente lograra permear en cambios sustanciales y es aquí donde hay dos puntos fundamentales: el primero tiene que ver con esta forma imputada de la maternidad obligada y la segunda de no realizar una autocrítica a la reproducción de la vida cotidiana. La primera es la estrategia no sólo del sistema capitalista, sino del capitalista y patriarcal que percibe el valor transformador de las mujeres y le asusta pensar en los procesos de igualdad, por ejemplo, el capitalista tendría que pagar un salario que ajustara para contratar o pagar a alguien que pueda realizar las actividades domésticas no pagadas de las mujeres, este es un conveniente económico muy particular, dejar a las mujeres en casa para que realicen trabajos necesarios que sirven de reproducción al capitalismo y no son imputables al pago directo, pero que sabemos que sin él, la reproducción del capital no sería posible y la segunda de la limitada autocrítica que autorrealizan las mujeres porque su mente se encuentra volcada con la bola de sentimientos y sensaciones placenteros de servir a su familia perdiendo totalmente la identidad como ser humano con capacidad trasformadora, este refrendo gustoso del ego sirve para profundizar los roles y seguir dejando a la mujer en un espacio de no competencia con el hombre. Por ello y una vez más levantando el pañuelo verde, la maternidad será deseada o no será.
*Licenciada en Sociología por la UNAM, se desempeña actualmente como Coordinadora Académica de la Sección Bachillerato del Colegio Internacional Terranova, Consejera Ciudadana de la Coordinación de Prevención Social de Violencia y la Delincuencia con Participación Ciudadana, representante legal de Ambientare AC, y participante en diversas ONG del Estado.