La Marina abatió la noche de este viernes en Badiraguato, la cuna de los capos mexicanos, al escolta personal de los hijos del Chapo Guzmán. Francisco Javier Zazueta, alias Pancho Chimal, se había fugado hace un mes de una prisión de Culiacán junto a otros cinco mandos medios del cartel de Sinaloa. Tras su extradición a principios de años a EE UU, el Chapo ha perdido definitivamente el trono de la organización criminal conocida también como La Federación. Distintas facciones libran desde entonces una guerra interna por heredar su cetro, provocando a su vez una crecida de la violencia en el estado norteño mexicano.
En el lugar del suceso se encontró un lanzagranadas y tres fusiles, uno de ellos un AK-47. La Marina, pieza clave en los golpes al cartel sinaloense y con línea directa con los servicos e Inteligencia estadounidenses, habría acudido al pequeño pueblo serrano alertada por una supuesta reunión de los miembros de la banda. Tras el enfrentamiento, solo ha sido notificada la muerte del Pancho Chimal según la información de la Armada mexicana.
La batalla intestina en Sinaloa ha abierto un ciclo de violencia que alcanza ya las cotas de 2008, cuando los hasta entonces aliados del Chapo, el cartel de los Beltrán Leyva, se unieron a los sanguinarios Zetas para disputarle el control de las codiciadas rutas de cocaína, mariguana y metanfetamina. Solo la tasa de homicidios se ha elevado más de un 30% en lo que va de año. A diferencia de la etapa anterior, el círculo rojo se ha extendido ahora más allá de Culiacán y las zonas urbanas del Estado. La batalla entre facciones se libra en cada pueblito, provocando un reguero de muertes y el desplazamiento de centenares de vecinos las zona más pobres de la Sierra Madre Occidental
El nuevo mapa está compuesto, por un lado, por un grupo liderado por Dámaso López, antiguo socio de Joaquín Guzmán; y por otro por el comandado por Aureliano Guzmán, hermano del Chapo y sus hijos, conocidos como Los Chapitos.
Pancho Chimal está acusado, entre otros cargos, de liderar una emboscada a un convoy del ejército el pasado septiembre donde murieron cinco militares. La caravana escoltaba a una ambulancia desde Badiraguato que llevaba detenido a un herido tras realizar un operativo en la zona serrana. Antes de entrar en Culiacán, un grupo de ocho furgonetas negras blindadas les cortó el paso, descargando la munición de fusiles de asalto y granadas.