Jasmina HARTIANA*
Es un hecho que estoy en el climaterio. No puedo negar los cambios por los que estoy pasando. En este momento podría hacer una lista interminable desde los cambios de humor, el mal dormir, la resequedad generalizada en mi cuerpo y la lista sigue y sigue. Si te pones a ver videos de síntomas extraños que jamás pensarías que forman parte de la perimenopausia se abre un mundo nuevo de achaques. En fin, es incómodo la verdad que, si no lo puedo negar, además mi madre cada vez que saco el tema intenta callarme de varias formas, noto un poco de vergüenza a esta circunstancia. La verdad no lo entiendo, todas pasaremos en algún momento por esto, pero creo que para la sociedad aún sigue representando una devaluación más en la feminidad.
Al contrario yo creo que se trata de una cierta liberación. Una de las cosas que he podido verificar con el tiempo es que una se empieza a volver invisible a la mirada masculina, pero vamos quién de nosotras en su sano juicio quiere seguir viviendo con esas miradas lascivas intrusivas y que te desnudan sin permiso. En un programa de radio escuché hablar a dos hombres acerca de un experimento reciente en el que lograban crear óvulos a partir de células de la piel, aquello les pareció extraordinario a este par, para mí sonó casi como una pesadilla. Ahora falta que nos quieran tener de incubadoras más allá de los sesenta años o quizás con pieles tan lozanas que les sirvamos de esclavas sexuales de por vida. Si hay cierta liberación con la llegada del fin de las hormonas, nos liberamos de juicios, de los cólicos menstruales, incluso salimos del mercado, aunque esta última frase suene de sobre marea sexista, pero ello no cambia que sea una realidad.
Yo no digo que desaparezcamos, no, al contrario, pienso que nos quitamos un peso patriarcal de encima. Yo no deseo la eterna juventud para recibir la aprobación masculina, tampoco pretendo abandonarme, pero yo lo veo como algo que se me ha permitido dejar de cumplir. Un requisito al que ya no estoy obligada a llenar. Así que pasaré con toda mi dignidad y claro que con ayuda médica para no sentirme el deseo de morir mientras acaba esta etapa. Quizá encuentre allá del otro lado a una nueva bestia salvaje que habitaba en mí, una que no lance el primer zarpazo a la menor provocación, sino que utilice la paciencia, serenidad y estrategia para defendiese con la elegancia. Una especie de gata vieja que le duele la espalda y que prefiere ahorrarse movimientos para obtener resultados determinantemente efectivos.

- Soy fotógrafa y cuentista. Cuentos: Anabel, Miel con veneno, Imágenes que cuentan, Entretenimiento para Adultos, El Cerrajero, y la Chica del Tutu. jazminahartiana@hotmail.com








