Arturo DIEZ*

 

LEÓN, GTO.- Hay libros que, por su tamaño parecen ladrillos, otros, un pequeño cuaderno de bolsillo. Libros que en muchísimas páginas, nos dejan indiferentes –me reservo el veneno de poner ejemplos en este momento–, y otros, que en unas cuantas páginas no solo nos hablan de los días, sino que nos revelan una luz que nos hace salir de la cueva de la costumbre; en este caso los ejemplos sobran como el clásico Pedro Páramo de Juan Rulfo, pero también podemos hablar de otros libros como los de cuentos de Inés Arredondo, las novelas cortas de María Luisa Bombal o la Uruguaya de Pedro Mairal.

En un término medio, entre ladrillo y libro pequeño, hablaría de Sapiens. De animales a dioses: una breve historia de la humanidad de Yuval Noah Harari. Es un libro largo, pero que se lee con tal ansiedad que parece pequeño. El historiador israelí sabe que el aprendizaje y los temas interesantes, también pueden ser entretenidos. Además, tiene una especial habilidad para explicar de forma sencilla y clara temas complejos.

 Aunque las páginas del libro son bastantes, parecen pocas frente a los periodos históricos que trata el historiador. Si bien comienza a escribir desde el posible origen del universo, la teoría del Big Bang, sobre todo, se centra en los desarrollos del ser humano alrededor de diferentes revoluciones: la cognitiva, agrícola, científica e industrial. ¿Cómo tejer un hilo narrativo para un arco temporal que parte del origen a nuestros días? Noah Harari plantea la siguiente cuestión como hilo argumental de su libro: ¿cómo es que el ser humano pasó de ser un animal como cualquier otro, a controlar el mundo?

Es obvio que físicamente el ser humano no era, ni es, el animal más fuerte. Su inteligencia, con respecto a otros animales de su especie, no destacaba de forma particular. Su capacidad de trabajar en equipo también la tienen otros seres vivos, como los chimpancés. Noah Harari propone que es su capacidad para crear historias, lo que propició que controle el mundo. Los relatos permiten que el ser humano pueda hacer algo que ningún otro animal ha podido hacer: trabajar en grupos inmensos de integrantes y de una forma flexible, es decir, crear grandes sociedades. Los primeros relatos, propone el escritor, desde luego eran sobre todo para el chismorreo, no para crear conocimiento, simplemente los primeros sapiens deseaban saber si podían confiar en otro humano. Son los relatos los que permiten que colaboremos como especie, relatos como la religión, las naciones, y el más efectivo al parecer de Noah Harari: el dinero.

*Nací y crecí en Xalapa. Estudié ciencias de la comunicación en la UNAM y en mi tiempo libre me aficiona leer para vivir otras vidas, así como escribir para contar algo de la mía.

Contacto: arturodiezg@outlook.com y arturodiezgutierrez.wordpress.com

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