Ana Sly HERNÁNDEZ CORRES*
Quienes somos padres o tenemos la idea de serlo, generalmente nos produce una sensación de inquietud, alerta e incluso zozobra la etapa en que nuestros hijos lleguen a la adolescencia, esa etapa por la que todos hemos pasado y de la cual se tienen muchos prejuicios y estigmas, considerándola una de las etapas más difíciles y complicadas que una persona pasa y que sus cuidadores también padecen.
Resulta que las y los adolescentes son talentosos, espontáneos, curiosos, buscan emociones fuertes, aprenden, ejecutan y en muchas ocasiones no miden peligro, sin embargo, para que una persona pueda disfrutar y sacarle el mayor provecho a la adolescencia, es necesario que nosotros, los padres o cuidadores primarios y la sociedad en general actuemos como guías y soporte de ellos, evitando el miedo y los prejuicios.
Se ha hecho notar que en el ultimo medio siglo se ha pasado de una educación familiar autoritaria y rígida a una actitud permisiva en la que se eluden los límites con los hijos. Sin embargo, los límites son necesarios desde el punto de vista íntimo, porque es lo que organiza la personalidad del niño y después adolescente, y desde el punto de vista exterior porque la convivencia necesita límites (Marina, 2016).
Se ha confundido la falta de límites con la libertad. Siendo que la libertad es la posibilidad y capacidad de actuar inteligentemente, proponiendo las propias metas y gestionando la energía para realizarlas. Resulta que el niño aprende a controlar sus impulsos cuando obedece las ordenes de la madre, después, se da ordenes a sí mismo y en eso consiste la autonomía. Los adolescentes deben comenzar a ser autónomos y tomar buenas decisiones ya que se encuentran en el brinco entre la niñez y la adultez, las normas que les ofrecemos de niños y adolescentes son buenas, no restringen, sino que amplían las posibilidades para obrar.
Es verdad que los adolescentes ponen resistencia a los límites y está bien que lo hagan, generalmente preferimos un adolescente dócil y obediente, pero eso puede ser una actitud poco favorable para ellos, también debemos dejar que expresen sus inconformidades y aprendan a tomar las mejores decisiones para ellos.
Los adolescentes tienen la tarea de aprender a usar su inteligencia eligiendo bien sus metas, movilizando sus conocimientos, sus emociones y las destrezas ejecutivas necesarias para alcanzarlas, esto es, tomando buenas decisiones. Pero, ¿qué podemos hacer los padres o cuidadores primarios para que apoyar en estas tareas? Aquí algunas acciones que puede llevar a cabo o incentivar en los adolescentes:
- Anímale a dar razones, pregunte: ¿por qué dices eso?, ¿qué te hace pensar que…?
- Anímale a sacar las consecuencias de lo que puede decidir: ¿qué pasaría si eliges tal cosa?, ¿qué te conviene más?
- Hazle saber que todos los puntos de vista deben ser tomados en cuenta.
- Anímale a intentar las cosas hasta que consiga el objetivo
- Acepta las emociones que expresa
- Ayúdale a reconocer lo que siente
- Los proyectos de vida se gestionan en la adolescencia, pregúntale y muéstrale que puede ser y hacer
- No des por supuesto cosas, pregúntale sobre sus pensamientos y sentimientos.
- Enseñarles a tener buenas relaciones con los demás, con base al respeto y tolerancia.
- Presta atención a lo que tus hijos dicen
- Comparte actividades con ellos.
- Expresa afecto, aprobación, empatía e interés por las cosas que le interesan a tus hijos y cuando se comunica.
La adolescencia no tiene que doler, no tiene que ser difícil ni tormentosa, puede ser el camino para que nuestros hijos tomen oportunidades, reconozcan su potencial, comiencen el camino de sus metas, aprendan a gestionar sus emociones y confíen en ellos mismos.
*Psicoterapeuta Humanista Ana Sly Hernández Corres. Corporativo Ramírez Luna
IG / FB: RamírezLunaCorporativo
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