DETRÁS DE LA NOTICIA Alfredo MARTÍNEZ DE AGUILAR
Honor y Gloria por siempre a las mamás-papás, son madres perfectas, son superheroínas de carne y hueso. ¡Benditas sean!
- Las madres solteras sin pareja o, de hecho, al tenerla, pero no contar con su amor, respeto y apoyo, demuestran cotidianamente que los hombres somos necesarios, pero no indispensables.
-
El amor, abnegación y entrega a sus hijos noche y día, es ejemplar. Exponen día a día su salud física y emocional al mal pasarse en horarios alimentarios y desvelarse cuantas noches sea necesario.
En los tiempos apocalípticos que vivimos con la orgía de sangre que ahoga al mundo por la repetición del asesinato de Caín de su hermano Abel, hay un solo ser que es amor en entrega plena y total.
Este ser único se agiganta y toca la Luna y las estrellas con las manos en las noches que son días, y es el Sol que ilumina, da calor y cobija a todos por igual, hombres y mujeres, niños, jóvenes y adultos.
Esta persona es la mujer en su faceta de madre y maestra de los seres humanos a lo largo de la historia, desde que apareció sobre la faz de la tierra. Al igual que con Dios sin ella no somos nada.
En todas las familias tenemos ejemplos de mujeres geniales, verdaderamente sabias, consagradas en cuerpo y alma al cuidado y atención de sus amados hijos e hijas, a mañana, tarde y noche.
Todos tenemos o conocemos en nuestra familia nuclear o ampliada o en nuestras relaciones afectivas, amistosas y de amor, a estos ángeles convertidos en mujeres singulares, realmente únicas.
El amor, abnegación y entrega a sus hijos noche y día, es ejemplar. Exponen la integridad de su salud física y emocional al mal pasarse en horarios alimentarios y desvelarse cuantas noches sea necesario.
Todas las mujeres y más las que han hecho posible el milagro de dar vida a nuevos seres humanos son todo, y más las madres solteras que tienen que cubrir el vacío de la falta y ausencia del padre.
Las madres solteras sin pareja o, de hecho, al tenerla, pero no contar con su amor, respeto y apoyo, demuestran cotidianamente que los hombres somos necesarios, pero no indispensables.
