Compartir
  • Por Heraclio Bonilla Gutiérrez.

Hace algunos meses, recibí de manos de mi amigo Juan Arturo López Ramos, un ejemplar de su obra con el título de esta columna. Ofrecí a mi amigo que lo leería muy pronto, sin embargo, por las razones que sean, no lo hice sino hasta ahora.
Quienes han leído alguna otra obra de Juan Arturo, están enterados de su amplia cultura universal, lo que le permite generar un contexto interesante e ilustrativo a lo que escribe.
Historia de Huatulco no es la excepción, pues para decir que Huatulco fue fundado, abandonado y refundado, más de una vez, nos conduce por más de un viaje alrededor del mundo, ya sea en embarcaciones españolas, inglesas, holandesas, chinas, etcétera, lo mismo legales que ilegales, en los que nos ilustra, cual guía experimentado, con detalles de cada lugar visitado.
Para decirnos que Huatulco fue un puerto comercial, nos explica con nombres, cuántos reyes de España intervinieron dando órdenes a sus virreyes de algunas decisiones concretas que habían de cumplir en el ahora más bello destino turístico de Oaxaca.
Espero que el aprecio y admiración que siento por Juan Arturo López Ramos, no incomode a otros escritores oaxaqueños a quienes también admiro. Tengo una justificación: Juan Arturo es mi paisano mixteco y sin duda alguna, el escritor más emotivo y amoroso de las proezas de los gobernantes antiguos del Imperio Mixteca.
Lamento mucho que ambos, Juan Arturo y yo, estemos aún en etapa laboral productiva, porque eso limita nuestras conversaciones cada vez que coincidimos; tenemos que interrumpir en algún punto, siempre importante, nuestros comentarios respecto de algún tema que nos ocupa.
Su participación en la vida pública y política de nuestro Estado, le ha permitido entender las razones (o sinrazones) de muchas decisiones de poder. Esto, también le permite, al abordar algún pasaje de su interesante libro, narrar una decisión o circunstancia que hizo que las cosas ocurrieran de tal manera. Así sucede, por solo citar un ejemplo, con los religiosos que vinieron de España con la orden de contener los abusos de los españoles civiles y militares, que terminaron volviéndose parte del problema (hoy tienen su parangón con los que dijeron que acabarían con la corrupción y se volvieron parte de ella).
Conocedor de la historia de México, hace gala de esos conocimientos al narrar hechos que a pesar de que los conocemos, ignoramos sus detalles o circunstancias, pero él, se hace cargo de ilustrarnos, no de manera anecdótica o fantasiosa, sino perfectamente documentado como lo demuestra la amplia bibliografía en que sustenta su obra.
Muchos turistas mexicanos han gozado de la belleza de una de las playas más conocidas de Huatulco “La entrega”, pero también muchos ignoran el origen de su nombre: En esa playa fue entregado Vicente Guerrero Saldaña, el verdadero consumador de nuestra Independencia Nacional, al ejército realista (conservador para estar a la moda).
No descuida la parte sociológica, dedica amplios y emotivos renglones a la famosa cruz de Huatulco, porque sabe que una sociedad creyente, necesita motivación, identificación, pertenencia, etcétera.
Mientras avanzaba en la lectura, hubo momentos en que identifiqué a Juan Arturo con el abogado, poeta, escritor, periodista, etcétera, yucateco, Antonio Médiz Bolio, quien al escribir el poema más hermoso escrito en español, para honrar a la madre, “Mater Admirabilis”, después de hacer un recorrido por todo el mundo para decirnos cómo honran a la madre en otros lugares, llega por fin a su tierra, Yucatán, y enamorado de su cultura, escribe: Y hace doscientos siglos/ en el tiempo en que el tiempo no se contaba/ Kinich Kakmó/ madre de la vida, madre de la fuerza, madre de la llama/ en la gloria mística de los solsticios/ clamaban en éxtasis nuestros padres mayas”.
Así viví la emoción con que Juan Arturo escribió esta obra que recomiendo ampliamente.
Amigo, te saludo con el afecto de siempre.

Compartir