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Antonio SALDAÑA*

BARCELONA, ESP.- De las 5 heridas de la infancia, la del rechazo es la más profunda y difícil de aceptar. No hay nada más doloroso que sentirse “no querido”, aunque no sea verdad. Cuando los padres dijeron cosas como “fuiste un accidente”, “un error” e incluso, estando en el vientre, el niño (a) al percibir la preocupación de mamá diciendo “mi vida está arruinada”, “¿qué voy a hacer ahora?”, “¿aborto?”, pudo generar la herida del rechazo, misma que se instala en la memoria emocional en forma de “no soy suficiente”.

El rechazo causa mucho sufrimiento y quien lo padece siente que no tiene derecho de existir. Esta herida es la primera en manifestarse, pues como te dije, puede surgir desde el momento de la gestación. La herida puede despertarse en un bebé no deseado o que se esperaba que fuese del sexo opuesto; por una madre que ve al padre irresponsable reflejado en el bebé, o un papá que rechaza al hijo porque no se parece a él. Como te podrás dar cuenta, las formas de rechazo se pueden dar de distintas formas por comportamientos de los principales cuidadores, pero en la mayoría de los casos suele ser por el progenitor del mismo sexo (niños con papá y niñas con mamá).

Ser rechazado no siempre significa que no te quieran, también están los casos de padres sobreprotectores o los que deseaban hijos fuertes y por ello, no les permitieron expresar sus emociones. La mente de un niño(a) no es objetiva ni cuenta con los recursos para entender lo que les pasa a los adultos; para la mente infantil todo tiene como respuesta “es culpa mía” y desde el momento en que se comienza a sentir el rechazo se forma la máscara de la huída, misma que servirá de armadura para la vida futura.

La máscara de la huída es un mecanismo de defensa que crea la mente para proteger al ser indefenso. De este modo el niño (a) aprende a gestionar por sí mismo sus necesidades emocionales y afectivas. Los niños (as) con la herida del rechazo vivirán en un mundo imaginario, construirán historias fantasiosas (la creatividad será su mayor aliado para enfrentar la soledad), serán niños prudentes y tranquilos que no dan problemas, silenciosos y poco exigentes. Conforme crecen, tendrán la sensación que no pertenecen a su familia y como el niño (a) no puede escapar físicamente, aprenderá a hacerlo de forma mental.

Cuando el niño (a) adquiere conciencia, querrá estar fuera de casa y para conseguirlo, buscará actividades extra escolares o siendo muy estudioso; sin embargo, en el fondo, lo que más desea es que sus cuidadores se percaten de su existencia. Desafortunadamente, la herida del rechazo mantenida por el tiempo genera adultos perfeccionistas, inseguros, con cuerpos pequeños y con problemas de ansiedad, ya que para relacionarse necesitan mucha energía, lo cual los desgasta demasiado. Esta herida genera miedo al compromiso, pues la libertad, independencia y autosuficiencia es lo que creen que los ha mantenido seguros, por ello, perderlo en una relación les genera mucha ansiedad, lo cual hará que huyan siempre del vínculo.

Quien sufre la herida del rechazo tiene la sensación que es diferente al resto y que no encuentra su lugar en el mundo, por ello los logros profesionales o académicos sirven como vía de escape ante la sensación de poca valía con la que se vive internamente.

La máscara del huidizo hace que quien la lleva aparente ser perfecto (a), detallista y exitoso (a), pero en el fondo lo que oculta es un ser que se infravalora sistemáticamente y que necesita el reconocimiento ajeno sobre cualquier otra cosa.

 

*Master en coaching en inteligencia emocional y PNL por la Universidad Isabel I de Castilla. Nº 20213960.

Diploma en especialización en coaching y programación neurolingüística (PNL) por la Escuela de Negocios Europea de Barcelona.

IG: tonosaldanaartista

YouTube.com/c/TonitoBonito

 

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