Antonio SALDAÑA*

BARCELONA, ESP.- Se da por hecho que los padres harán todo para que al bebé no le falte nada, sin embargo, cuando el cuidador principal (papá o mamá) a veces está y otras no, en la mente del niño(a) se despierta un mecanismo de defensa en forma de herida, llamado abandono. Se le considera una herida porque la mente y el cuerpo la registran en la memoria, igual como si fuese una herida física, la cual hace sensible a la persona que la lleva.

Para los pequeños las cosas se reducen a: es mi culpa, soy malo, soy bueno, me quieren o no me quieren. Además, el cerebro sabe que necesita de un cuidador principal para sobrevivir, por lo que establecer el vínculo será algo primordial para el recién nacido. La herida del abandono, como protección, crea una “armadura” llamada máscara de la dependencia. Cuando el niño necesita de un adulto para que lo calme, lo proteja o le dé atención y este no se presenta, ese “abandono” se registra como peligro, si ese comportamiento se repite constantemente, al pequeño se le forma la creencia de que no es digno del amor de sus cuidadores y que tiene que hacer algo para ser visto, por ende el amor es condicionado. De este modo, el pequeño comenzará a hacer cosas para obtener la atención o cariño del padre o la madre, adoptando la idea de que tanto él como sus cosas no son válidas, que sus necesidades son secundarias, pues lo más importante es agradar para no ser abandonado, lo que en su vida como adulto lo llevará a ponerse en último lugar ante las necesidades de los demás.

La herida del abandono puede generarse en situaciones donde el cuidador principal pasó mucho tiempo enfermo dejando que el pequeño se hiciera cargo de los cuidados; un divorcio donde el padre o la madre hacen presencia de forma intermitente; ante la muerte de uno de los cuidadores; por alguna enfermedad que llevase al niño a estar hospitalizado; por ceder el rol de cuidador a un tercero; al ser dado en adopción; padres sobre ocupados o con trabajos de tiempo completo o que consideraban que podían dejar al pequeño solo varias horas al día para hacer otro tipo de actividades; ante el nacimiento de un nuevo bebé, etc. En situaciones como estas, el niño interioriza la idea de estar incompleto, que la soledad es mala y que, sin sus cuidadores, su vida corre peligro, por lo que los necesitará y dependerá de ellos para sentirse seguro.

Los adultos que sufren la herida del abandono consideran que no son dignos de ser vistos, amados o queridos y esto puede llevarlos al autoabandono, lo que desemboca en una baja autoestima, dependencia emocional, y aceptación de situaciones de maltrato o abusos, sintiéndose incapacitados para poder acabar con ellas.

El dependiente se caracteriza por dramatizar, victimizarse, necesitar la aprobación o los consejos de los demás, les cuesta tomar decisiones, tienen la creencia que su papel es el de cuidar a otros, dar en exceso, incluso a personas que a penas conoce y están dispuestos a luchar por relaciones que no tienen futuro, sobre todo con personas evitativas, pues les resulta familiar y lo sienten como una oportunidad para poder demostrarse, que esta vez lo harán bien y así no volverán a sentirse solos o abandonados, lo cual no sucede.

Si te identificas, tienes que saber que no estás enfermo(a), lo que te sucede es que tu mente no ha comprendido que es adulta y que los demás no tienen poder sobre ti. Te recomiendo que comiences a tratarte con más amor y cuidados, así tu autoestima mejorará y verás que poco a poco la ansiedad que te produce el abandono irá menguando.

 

*Master en coaching en inteligencia emocional y PNL por la Universidad Isabel I de Castilla. Nº 20213960.

Diploma en especialización en coaching y programación neurolingüística (PNL) por la Escuela de Negocios Europea de Barcelona.

IG: tonosaldanaartista

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