Karla MARTÍNEZ DE AGUILAR

Fotografías: Manuel Jiménez

Locación: Nocheztlicalli-Museo Ecológico de Grana Cochinilla y Nopal

Eufrosina Cruz Mendoza, guerrera zapoteca sobreviviente del cáncer, originaria de Santa María Quiegolani, en la sierra Sur de Oaxaca, ha librado muchas batallas por ser mujer. Por convicción decidió cambiar el rumbo de su vida y romper con los usos y costumbres de su pueblo, “casarse a temprana edad”.

Ser electa hace 15 años presidenta municipal de su municipio regido por usos y costumbres, fue su primera lucha donde vivió la inequidad política al no reconocerse su triunfo.

Esta experiencia de vida despertó su activismo social en pro de la lucha de las mujeres, niñas y niños mexicanos, que sufren discriminación, desigualdad, matrimonios infantiles, víctimas y huérfanos de feminicidios.

Diputada local y federal en tres ocasiones, primera mujer presidenta de la mesa directiva del Congreso de Oaxaca ha presentado importantes iniciativas en los Congresos estatal y federal con impacto en los derechos humanos.

Revista mujeres Shaíque platicó con ella acompañada por su hijo Diego, para compartir sus logros legislativos, pero sobre todo en el aspecto personal como mujer.

Hace quince años empecé a caminar con las mujeres de los pueblos y comunidades indígenas de Oaxaca para hacer visible la violación a sus derechos político-electorales en las municipios que eligen autoridades por el Sistema Normativo de Usos y Costumbres.

Por ello, construimos la iniciativa que reformó la Constitución Local, que desde 2012 permite el ejercicio del voto activo y pasivo a las mujeres en las comunidades indígenas de Oaxaca.

En este camino, representé a Oaxaca en el Congreso Federal en donde escuché las voces de muchas mujeres de otros estados que pedían protección a sus garantías y derecho a participar en los procesos electorales en las comunidades indígenas de México. Impulsé una reforma a la Constitución Federal, aprobada el 1º de octubre de 2014, que reconoce el derecho de las mujeres indígenas a ejercer el derecho al voto en igualdad con los varones en los procesos electorales del país.

Tengo el orgullo de participar en la delegación de México en la ONU en 2014 para impulsar la agenda de participación de las mujeres indígenas en la política y el reconocimiento a sus derechos político-electorales. En la Declaración Final de la Asamblea General de la ONU para los Pueblos Indígenas del Mundo, se hizo el compromiso de todos los países para fomentar la participación libre de las mujeres indígenas en la política y crear las condiciones jurídicas y constitucionales necesarias para ello.

La violencia en la vida de las mujeres no puede esconderse en la cotidianidad del velo de los usos y costumbres.

 

Hay un antes y después en la lucha por la presidencia de su municipio y visibilizar el anhelo de las mujeres de ocupar un lugar en la vida pública.

Maduras con los golpes, te fortaleces con la adversidad. He aprendido muchas cosas en la política y me ha hecho más terca y rebelde, para gritar ¡Soy Chingona! Hoy en Santa María  Quiegolani y en el país hay muchas mujeres participando en la vida pública.

Mi caso sentó un precedente internacional que se solventó en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) para que, por primera vez, dictaran sentencia y no se violentaran los derechos humanos de las mujeres en los sistemas normativos internos de las comunidades indígenas. La costumbre termina cuando se violenta el derecho humano.

La lucha me ha llevado a la preparación continua, soy contadora de profesión y no por ganar la sentencia me quedé quieta. Estudié la maestría en Ciencia Política, porque al igual que la contaduría me enseñó que 1 + 1 es igual a dos, como los derechos y obligaciones de cada ser humano.

En la vida pública tienes que saber y tener los instrumentos para poder cuestionar, debatir, reflexionar, buscar nuevas herramientas y definiciones de quienes han hecho política y trazado la ruta del país y del mundo, para fortalecer y ponerle nombre a lo que la vida me había puesto en la práctica cotidiana. Por ello, decidí estudiar la maestría en Ciencia Política y, ahora, estoy por iniciar la licenciatura en derecho que me servirá para hacer leyes, iniciativas y reformas. La preparación es fundamental todos los días sin importar la edad. La vida me ha enseñado que la educación es el instrumento más poderoso para abrir horizontes, liberarte y quitarte telarañas y tabús que generan miedo de cuestionar. Cuando empoderas a una mujer con educación, empoderas a la humanidad para consolidar la igualdad.

¿Cuáles son los principales obstáculos para conseguir políticas igualitarias?

Los paradigmas culturales. Ser mujer y ser indígena es triple discriminación, porque vives la exclusión y discriminación en la comunidad y al llegar a la ciudad vuelves a vivirla porque no eres de aquí ni de allá. Hay que reaprender a vernos con los ojos correctos, nadie puede seguir amparándose en la costumbre para invisibilizar a una niña que se casa a los 12 años o que las mujeres no participen en la vida pública.

Los mayores retos que enfrentamos como mujeres es cómo romper la exclusión dentro y fuera de nuestro propio entorno. A quince años de distancia van cambiando los paradigmas culturales del miedo, de la cotidianidad del sexo débil. Hoy las mujeres conocemos nuestros derechos, ya hay más mujeres participando en política, en los medios de comunicación, en la cultura, en el sector empresarial, pero falta mucho por construir.

Tenemos ya un papel decisivo, pero debemos estar más unidas que nunca y no levantar muros en contra de otras mujeres, sino construir puentes para que muchas más mujeres sigan nuestro camino y emprendan sus propias batallas y sueños.

El reto es apoyarnos, reconocer la capacidad de cada una en nuestra trinchera. Muchas veces el peor enemigo de nosotras, somos nosotras mismas, tenemos que aprender a mirarnos como las mejores aliadas.

¿Cuál es su principal motivación en la lucha por oportunidades?

Que nunca más una niña se tenga que casar en Oaxaca y el país por las tradiciones de su pueblo y obligarla a ser mujer sin serlo, y a cuidar a otra persona cuando está comenzando a vivir.

Vivimos en un país en donde más de un millón de niñas se casan al año y son ultrajadas en nombre de su cultura, en donde se prohíbe este tipo de casamientos, pero no se sancionan.

Sin mis convicciones de trabajar por mi pueblo, por mi estado y mi país, no hubiera logrado reformar la Constitución de Oaxaca para establecer que, a pesar que las comunidades se rijan por sus costumbres indígenas, no pueden discriminar a las mujeres, ni reformar el Artículo 2º., Apartado A, Sección III de la Constitución Federal, para reconocer el derecho de las mujeres indígenas del país al voto activo y pasivo, y acceder y desempeñar cargos públicos y de elección popular, sin que ninguna de las prácticas comunitarias limiten esos derechos por ser mujer.

La vida me dio la posibilidad de presentar la reforma para que en el Código Penal federal se adicione un capítulo que tipifique el matrimonio infantil como delito grave. En abril se aprobó la minuta en la Cámara de Diputados Federal por lo que hoy se encuentra en el Senado y espero que en el próximo periodo de sesiones sea prioridad para que sea ley y se traduzca en nuestras lenguas para que ninguna niña tenga que casarse a temprana edad.

¿El mundo es de las mujeres?

¡Claro que sí! El mundo de mujeres y hombres debe ser de felicidad, de elecciones libres para decidir su vida. El mundo es de nosotras y debemos alzar la voz para que nos vean, respeten y reconozcan.

Se ha enardecido el feminismo porque duele ser mujer. Es común escuchar de asesinatos y violencia contra mujeres. Imagínate, ¡somos el primer país en pornografía infantil!

¡Duele cuando te enteras que una mujer, una madre, una hermana, una amiga, perdió a alguien y se vuelve una carpeta de investigación! A ese feminismo quiero aportar;  no culpo a todos los hombres porque hay quienes aún desconocen cómo incluirse en la igualdad. Nos corresponde decirles cómo actuar, que no es correcto que nos griten e insulten, porque es violencia que se sanciona.

Alzar la voz debe dirigirse, también, al sistema de justicia porque sigue sin hacerse nada y quienes ya no están con nosotras, terminan convirtiéndose en un número más.

Lo he vivido en carne propia con el asesinato de mi amiga, la doctora Ivonne Gallegos Carreño, por querer ser presidenta municipal de Ocotlán. En casos como este reflexionas si vale la pena seguir adelante, cuando dejan a alguien sin hija, madre, hermana. Pero a la vez entiendes que si no continúas la lucha, nadie lo hará. Por las que ya no están tenemos que seguir.

Tenemos que visibilizar que no es normal la violencia en todos los aspectos y que la mayor violencia se da en la familia, que debe ser un espacio seguro.

Aunado a las víctimas de feminicidio trabajo por los huérfanos. Es una desgracia que en el país no hay un padrón de niñas y niños víctimas de feminicidio. El estado mexicano no se hace responsable de ellos cuando la violencia los deja solos. No se les da ningún tipo de acompañamiento emocional. En el mejor escenario, la mayoría de los casos quedan bajo la tutela de los abuelos. El estado mexicano tiene que hacerse responsable de generar las condiciones de seguridad para evitar más muertes y dejar a más niños en la orfandad. Tiene que garantizar a esos niños una educación integral, incluyendo lo emocional.

A principios de diciembre de 2022 presenté la iniciativa para que los tres niveles de gobierno, el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (SNDIF), la Fiscalía General de la República (FGR) y la Secretaría de Gobernación (SEGOB), se hagan cargo de los niños en orfandad por feminicidio. Nadie piensa en las niñas y niños huérfanos de este país, pero yo alzo la voz por ellos, porque soy mamá de Diego y quiero que viva en libertad y sin violencia.

Los Sueños de la Niña de la Montaña: Memoria de una utopía cumplida

El libro plasma la historia de miles de mujeres que enfrentan diversas adversidades por su origen, si deciden o no ser mamá, tener uno o dos hijos, como mujer todo se les cuestiona.

Se nos sigue delegando la responsabilidad de quedarnos en casa y hacernos cargo del esposo, de los hijos y el hogar. Cuando eliges superarte profesionalmente y contribuir con tu estado y país, la sociedad te lo reprocha y tilda de irresponsable y mala mujer.

El libro es un grito para detener esta forma de pensamiento, para que no se nos haga sentir menos por decidir no cargar con responsabilidades que a todos nos corresponden como familia, tenemos que aprender y reaprender como sociedad.

El objetivo del libro es motivar a las mujeres para que no se sientan mal al ser cuestionadas por la sociedad por perseguir sus sueños, para decidir lo que quieren, para ser libres.

Estoy muy agradecida con el público por la aceptación de mi libro y compartirlo en diversos foros. Es motivante decir a mujeres y hombres, chicas y chicos, que en sus manos tienen la construcción de su destino, si no lo hacen por sí mismos nadie lo hará por ellos ¡Todos somos chingones! Hay que arrebatar lo que merecemos a la adversidad, es  un mensaje para las niñas y niños que por más imposibles que parezcan los sueños, trabajándolos, sufriéndolos, llorándolos, se logran con constancia, terquedad y rebeldía, y que les valga cacahuate lo que diga el mundo.

Las regalías del libro van a la Fundación Todas y Todos A.C., para dignificar a las que ya no están, y a la memoria de mi mejor amiga, Ivonne. ¡Gracias a todas y todos los que han adquirido el libro porque contribuyen a dignificar el nombre de las que ya no están!

¿El reto para 2023?

Lograr que el país se reconcilie, entre más polarizado esté el país puede haber más retrocesos en las leyes y en derechos humanos ya logrados como, por ejemplo, el retroceso en el Congreso Local de Oaxaca no garantizando la paridad a las mujeres en la participación política en los municipios regidos por usos y costumbres.

Seguir presentando el libro y fortalecer las alianzas con Cinemex, Fundación Devlin, entre otras.

Lograr que el Senado apruebe la minuta al Código Penal Federal del país para que los matrimonios infantiles sean castigados, que se cree un padrón de niños y niñas víctimas de femicidio y que el sector mezcalero dignifique la actividad y visibilice el trabajo de las y los maestros mezcaleros para vender su producto de manera justa.

A las mujeres el mensaje es escuchar a nuestro cuerpo porque nadie lo hará, soy una sobreviviente de cáncer y sí se puede librar esta batalla.

Y, a las niñas de la montaña, de la ciudad, decirles que tienen que construir su propio destino, porque son dueñas de su voz, de sus sueños y porque ¡son chingonas!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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