Edgar SAAVEDRA*
Geografías de la libertad es un ejercicio de arriesgada inclusión y propuesta plástica. El autor de esta idea es el artista Martín Dimitrova. Es un intento de cambiar el paradigma artístico que impera en una gentrificada ciudad de Oaxaca, que vive el esplendor de su propio agotamiento, de sus especulaciones y espejismos en el mercado del arte y de su anquilosada y raquítica imaginación. Lo dijo recientemente Avelina Lesper, esa avecilla de tempestades casi domesticada: “La pintura en Oaxaca de tanto repetirse ha terminado por agotarse a sí misma”. La alusión cayó como un mazazo: hoy la pintura en Oaxaca tiene casi nada que proponer.
Es el mercado, estúpidos, nos dice la voz invisible. Hoy los galeristas pueden inventar un pintor, adoptarlo, explotarlo y luego abandonarlo, como una caja vacía de sildenafil. Hay algo de cultura warholiana aquí, mejor 15 minutos bien vendidos que arrojarse por la borda en busca de su propio rostro sin temor a la piara que a veces significa el destino.
La gran mayoría de las últimas generaciones de pintores padecen de una mímesis enfermiza e irremediable, dicho de otro modo, es la consecuencia en parte del fenómeno del chalanismo; ahora ellos son los protagonistas en las ventas, los showman, porque los de la vieja escuela, méritos aparte, Leyva, Villalobos, Zárate y camarilla generacional, por ejemplo, llegaron a su zenit, a su punto de no retorno, a su decadencia creativa y algunos a una lastimosa decadencia moral (hay que recordar el caso de corrupción de los Amigos del MACO; Rubén Leyva estaba pidiendo la pingue donación de 5 millones de pesos para la asociación sin aclarar nunca en tiempo, forma y transparencia el manejo de los recursos de todos los años anteriores). Es evidente: son la falacia del medio muerto-medio vivo, se olvidaron de uno de los proverbios del infierno de William Blake: “El agua estancada engendra peste”. Sin embargo, este fenómeno de claroscuros se reparte con generosidad en el amplio terreno del arte en México. Por lo pronto, el grandilocuente y colorido globo aerostático de la pintura actual en Oaxaca está lleno de gas mientras se cierne el pinchazo de la crisis que se acerca no a hurtadillas sino a paso marcial. Con todo, aún hay tiempo de abrir los regalos, dijo Trino.
Geografías de la libertad nos acerca a una posibilidad que tiene algo de novedoso, además de manifestar dos cualidades que brillan por su ausencia en el mundo nuestro, que son la humildad y el valor, de ambas partes por supuesto, de quien propone y de quien acepta el reto enorme de aventurarse a un diálogo que ha supone la conjunción de la triada técnica-conceptualización-creatividad. Queda claro que no todos lo lograron, el ego, el individualismo, el miedo, los atavismos o la impotencia, entre otros, quedó probado como una señal de sangre, un fierro de herrar.
Del otro lado de la moneda, algunos resultados han sido sorprendentes, dignos para darle cuerda al elogio. Como era obvio, este juego de ruleta rusa, por decirlo en términos artísticos-literarios, invitaba a gastar dos balas de plata. No eran obras al alimón, el objetivo fue intervenir una pintura echa y derecha creada bajo el sello de la abstracción, que abría sus brazos cuasi eróticos y que requería una doble dosis de sensibilidad, discernimiento e inteligencia, maestría de por medio. Me queda claro que la galería anfitriona sabía de los riesgos y por ética los tenía que asumir, lo cual ha hecho sin el menor inconveniente.
Lo aquí escrito es un criterio personal que no pide condescendencias. La mayor parte de la pintura que se hace en México, dicho en criollo, suele ser hipócrita, convenenciera, hedonista (ojalá lo fuera) y no entiende nada del cinismo que practicó e inspiró el perro celestial, Diógenes, que deambulaba con una lámpara a mitad del día a ver si hallaba algún virtuoso. Falta en nuestro sur aquel cinismo verdadero, aunque nos sobra arrogancia de vitrina.
Me quedo, en todo caso, con lo sobresaliente que significó el esfuerzo, y con aquellos por los que bien vale la pena quemar las naves. Acción simbólica e inútil para un náufrago de facto.
*Periodista cultural.