FRAGMENTOS DE EXISTENCIA: EL HUMILDE RELATO DE LA COTIDIANIDAD
Mariana Navarro
GUADALAJARA, JALISCO.- Sabe usted que el arte y la cultura del pasado , presente y futuro son algo que me mueve a escribir .
A lo largo de estos años he escrito pues de arte y algunas veces de fotografía, hoy quiero a través de estas líneas hablar de una obra que me hizo reflexionar de cómo el arte fotográfico es también parte de nuestro legado cultural y un viaje del tiempo hacia nuestro ser simbólico .
La obra fotográfica de Alejandro Cartagena, específicamente su serie titulada Carpoolers, se erige como un elocuente testimonio de la cotidianidad humana, donde lo ordinario deviene en símbolo de nuestra condición.
Cartagena nos invita a observar desde las alturas el tránsito diario de los trabajadores en Monterrey, México, quienes se trasladan en las cajas de las camionetas, compartiendo no solo un espacio físico, sino también un eco de sus vidas.
Estas imágenes, capturadas con la precisión de un cronista y la sensibilidad de un artista, nos confrontan con una verdad fundamental: somos fragmentos en movimiento.
Los objetos personales dispersos en estas escenas —herramientas, mochilas, botellas— no son meros elementos accesorios, sino vestigios de historias individuales.
Aquí se encuentra el verdadero arte de Cartagena, en su capacidad de transformar lo mundano en un espejo que refleja el peso de la vida diaria en el bello paso del norte de nuestro bello país .
LA IDENTIDAD EN LOS RETAZOS: UN LEGADO VISUAL
Cada fotografía es, en esencia, una arqueología de la identidad contemporánea.
Las poses, los gestos y los silencios de los pasajeros capturados al azar en su trayecto matutino narran una epopeya silenciosa: el esfuerzo de la clase trabajadora, la resignación ante las circunstancias, y, al mismo tiempo, una resiliencia que no necesita palabras.
El concepto de extractos de vida cobra un significado profundo aquí. Los objetos, los rostros y las sombras se convierten en testigos de un momento detenido en el tiempo, donde lo efímero queda inmortalizado.
Cartagena no nos da nombres, biografías ni historias completas, pero nos ofrece los indicios suficientes para construirlas en nuestra imaginación.
Cada imagen se convierte en una pregunta abierta sobre los legados que dejamos atrás.
Y nos deja a través de su lente preguntas inconclusas con respuestas abiertas .
Quiénes son esos marchantes ?
A dónde van ?
Qué es de sus vidas luego de esos caminos trazados y compartidos en una camioneta viajera ?
INSTANTES COMO PUENTES ENTRE EL ARTE Y LA SOCIOLOGÍA
El trabajo de Cartagena no se limita al ámbito artístico; se extiende hacia el análisis sociológico.
Este proyecto, al igual que su anterior Suburbia Mexicana , surge de una práctica profundamente comprometida y del deseo de contar la historia de los dramáticos cambios (ambientales, demográficos, económicos) que está presenciando en su ciudad natal, Monterrey.
La serie Carpoolers documenta una dinámica económica y social específica, donde el acceso al transporte privado se convierte en un privilegio compartido por necesidad.
Pero, más allá de lo evidente, estas imágenes nos llevan a cuestionar la naturaleza de nuestra relación con el tiempo y la memoria.
Y no me diga usted que a través de estas fotos que le comparto, no se siente identificado y no me refiero a la foto misma, sino lo que ello significa :
En la prisa diaria, ¿cuántos fragmentos dejamos al azar, invisibles para los demás?
La fotografía de Cartagena es un recordatorio de que nuestras vidas están compuestas por una suma de instantes efímeros que, al ser capturados, se transforman en eternidad.
Así, lo que parecía insignificante se torna esencial: cada detalle, cada postura, cada objeto abandonado cuenta una historia que, sin estas imágenes, se perdería en el olvido.
CONCLUYENDO:
EL ARTE COMO TESTIGO DEL TIEMPO
Alejandro Cartagena, con la serie Carpoolers, nos entrega más que imágenes; nos ofrece una ventana hacia las vidas que habitualmente ignoramos.
Como un arqueólogo del presente, su cámara excava la superficie de lo cotidiano para revelar las capas ocultas de nuestra existencia. Sus fotografías son arte y, al mismo tiempo, documento; son poesía visual que traduce los silencios de la vida en lenguaje universal.
En estos extractos de vida encontramos el espejo de nuestra propia transitoriedad.
Las vidas que capturamos, como las nuestras, están hechas de fragmentos, de retazos de tiempo que se desvanecen al mismo ritmo que dejamos nuestra huella.
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Cartagena nos recuerda que, en la fragilidad del instante, reside la profundidad de lo humano.
Cada fragmento que dejamos al paso del tiempo es una página en la vasta, inconclusa y hermosa novela de nuestra propia existencia.