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Antonio SALDAÑA*

BARCELONA, ESP.-El estilo de apego es necesario para poder relacionarnos y crear vínculos afectivos con los demás. Dependiendo de la profundidad del vínculo este será percibido con mayor o menor intensidad. El apego seguro, tanto a niñas y niños, brinda confianza, autoestima, y la seguridad de que el mundo puede ser explorado sin miedo. Pero qué sucede cuando ese espacio seguro y reconfortante no lo es tanto, cuando un pequeño cree que no puede alejarse mucho de su papá o su mamá porque le pasaría algo malo o si el niño se ha sentido insuficiente, criticado, juzgado, defraudado, abandonado o poco valorado por sus cuidadores; pues se crea la sensación de que el vínculo no es tan fiable, y por ende el apego es algo inseguro. Existe un tipo de apego seguro y tres inseguros: ansioso/ambivalente, evitativo y desorganizado. Los tres primeros funcionan siguiendo pasos concretos mientras que el último lo hace de manera desorganizada, tal y como su nombre lo dice.

Seguramente habrás escuchado que hay que desapegarse para ser feliz, para el ser humano es prácticamente imposible hacerlo, ya que sin ello no podríamos relacionarnos ni establecer vínculos con nadie. Para que quede claro, lo que deberíamos aprender es a tener un apego seguro y no uno basado en la necesidad afectiva, pero ese es otro tema. Los vínculos afectivos en los primeros años de vida son importantes para nuestro pleno desarrollo, si nuestro vínculo con el cuidador principal es estable se crea la sensación de que somos suficientes y que nuestra valía no depende de los demás; dicho de otra forma, si los niños o niñas tienen la sensación de que son protegidos, amados, escuchados, entendidos y vistos, podrán salir al mundo con la creencia de que ellos valen para cuidarse así mismos con la seguridad de que si algo falla habrá un adulto que se hará cargo. En otras palabras, el niño sabe que es importante, y si lo necesita, su cuidador nunca va a fallarle.

Cuando el cuidado del niño ha tenido inconsistencias, por ejemplo, se le sobreexige, se le critica, castiga, no se le demuestra amor, afecto, se le deja solo por mucho tiempo, etc., se genera la sensación de no ser suficiente; surgen las heridas y las máscaras de las que te hablé en artículos pasados, y un estilo de apego inseguro, que sirve para afrontar la situación que se vive. Las personas con un estilo de apego inseguro tienen menor confianza en sí mismos, suelen desconfiar de los demás y por ende se les dificultan mucho las relaciones.

Es oportuno aclarar que el estilo de apego no es una enfermedad, simplemente es una forma o estrategia que aprendimos de cómo debíamos comportarnos ante los vínculos, esto surge porque nuestra principal figura de apego, papá, mamá o quien nos cuidaba frecuentemente, nos transmitió que los vínculos eran seguros o inseguros.

En respuesta a la angustia o el estrés con el vínculo, en una relación adulta, se activa la memoria emocional de nuestra primera infancia (la del apego inseguro), en forma de ansiedad, que no es otra cosa más que miedo. Ya que la “seguridad” que se siente cuando la relación está “bien” se desorganiza, y la memoria emocional reacciona con ideas falsas sobre el amor y la propia valía, como resultado, las personas con grandes problemas de apego inseguro, no llegan a tener buenas relaciones, sobre todo en el plano romántico. Así que, aquellos con apego inseguro no logran entenderse a sí mismos y por ello tienden a culpar a los demás de sus fracasos amorosos.

 

*Master en coaching en inteligencia emocional y PNL por la Universidad Isabel I de Castilla. Nº 20213960. Diploma en especialización en coaching y programación neurolingüística (PNL) por la Escuela de Negocios Europea de Barcelona.

IG: tonosaldanaartista

YouTube.com/c/TonitoBonito

 

 

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