Uriel de Jesús SANTIAGO*

CDMX.- La vida intelectual está comúnmente ligada con las enfermedades, los grandes maestros de las letras en vida recibieron muchas visitas de su médico, la mayoría con padecimientos crónicos que los llevaron a mantener vidas tranquilas y sedentarias, probablemente sean las enfermedades que los aislaron las que los hicieron escritores. Problemas con la visión, tuberculosis, demencia senil, tifoidea, problemas cardiacos, mielitis, sífilis y ceguera son algunas de las enfermedades más comunes en el expediente clínico de los autores consagrados.

Otro punto clave para analizar el historial de salud de los escritores es que muchos llevaron una vida de ruina y de vicios; soledad, alcohol, tabaco y estupefacientes formaron parte de la cotidianidad de muchos como William Faulkner, Truman Capote y Herman Melville que tuvieron problemas con el alcoholismo, hubo a quienes les costó caro como a Edgar Alan Poe que perdió la oportunidad editorial de su vida por no saber controlarse en las copas o coma al autor de novelas policiacas Cornell Woolrich quien perdió una pierna a raíz de su alcoholismo, incluso el mismo autor de Ulises James Joyce adquirió gonorrea en una noche de alcohol y encuentros nocturnos o los otros muchos que guiados por este vicio o los problemas mentales o sentimentales decidieron salir por la puerta fácil del suicidio como Ernest Hemingway, María Antonieta Rivas Mercado, Horacio Quiroga, Alfonsina Storni, Virginia Woolf, etc.

La mayoría por no decir todos sufrieron de problemas con la vista, parece que las horas de lectura y desvelo pronto les pasaron factura, como al mismo Aldous Huxley que por sus problemas de la vista decidió aprender a leer en braille, en esta rama podemos anotar a muchos sin embargo hay algunos que destacan como el Marqués de Sade y Fiódor Dostoievsky quienes perdieron la vista mientras estaban recluidos en la cárcel y otros como Jorge Luis Borges, Gilberto Owen, John Fante, James Joyce, James Frazer, Jean Paul Sartre, que perecieron ciegos.

Debemos continuar por supuesto con la tuberculosis que incluso es considerada “El mal de los poetas” porque la sufrieron Lord Byron, Honoré de Balzac, Guy de Maupassant, Antón Chéjov, Gustavo Adolfo Bécquer, Walt Whitman e incluso contemporáneos como Camilo José Cela y la reconocida Rosa Montero.

¿Pero qué hay de los mexicanos? Tenemos también a grandes representantes como Sergio Pitol el galardonado con el premio Cervantes que fue llevado a los libros por la malaria que lo acompañó toda su infancia para finalmente después de una incesante vida diplomática morir víctima de una afasia progresiva que lo mantuvo aislado sus últimos años. O la genial Elena Garro que al igual que su hija vivieron una vida de soledad, sentires, decepción, rencor y enfermedades, pues la autora de Los recuerdos del porvenir padeció mielitis y otras enfermedades que la llevaron como a todos los escritores aquí nombrados y a los muchos intelectuales que faltaron a aislarse en su mundo literario, su mundo ficticio del que hoy gozamos y cuyo origen muchas veces estuvo detrás de las enfermedades.

*Es periodista cultural, estudiante de la ENAH y la UNAM, desde los 14 años colabora en diarios y revistas locales, ha publicado 5 libros sobre temas oaxaqueños, en 2021 recibió el Premio de la Juventud de Oaxaca de Juárez y es miembro corresponsal del Seminario de Cultura Mexicana. En redes: @UrieldeJesús02

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