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Rashel COHEN*

TIJUANA, B.C.-En México, es posible que casi cualquier persona vaya a prisión, aunque no se haya comprobado que cometió un ilícito, basta con una denuncia, una indagación inconclusa, un arma en supuesta posesión del o la acusada y pruebas mínimas para que un juez de control decrete prisión preventiva.

Investigaciones demuestran que alrededor de 130 mil personas han ingresado a prisión, luego de que en 2019, aumentaran en más del doble los delitos en que se aplica la prisión preventiva oficiosa, siendo esta, una medida cautelar privativa de la libertad por parte del Estado en donde las personas que supuestamente han cometido un delito, esperan la comprobación judicial de la culpabilidad o no.
Sin embargo, al aplicarse esta medida, se coloca a la persona en las mismas condiciones carcelarias que tiene un sentenciado, afectando sus Derechos Humanos, dignidad, limitando el acceso a recursos económicos, forzando la separación familiar, exponiendo a la persona a entornos de violencia, hacinamiento y lo peor de todo: el etiquetamiento social y estigmatización que esta sociedad, sea culpable o no, no perdona.

Hay que recordar que más del 70% de las personas que se encuentran en prisión sin sentencia son de bajos recursos, sin la posibilidad de una defensa particular adecuada y muchas de ellas, son mujeres, madres de familia con hijos en edades que van desde los 0 hasta los 16 años, etapas donde es necesario el vínculo familiar y maternal para un correcto desarrollo emocional y social. En la mayoría de los casos, aunque en algunos por montos insignificantes, los delitos por lo que se les imputa son robo, narcomenudeo y aborto.

La organización Las Libres, de Guanajuato, sostiene que al menos 200 mujeres están presas no por aborto sino por “homicidio agravado de un miembro de la familia”, una sentencia que afecta principalmente a mujeres campesinas y que al día de hoy no han logrado su libertad. Estas mujeres con sentencia o en proceso de ella, están esperando justicia, permaneciendo en lugares ajenos, a veces hasta a 8 horas de distancia de su hogar, sin familia, sin apoyo económico, sin trabajo y enfrentando día a día situaciones de precariedad que afectan profundamente su autoestima, salud mental y física.

Un ejemplo de esta situación es Gabriela, que pasó seis meses en el penal de Santa Martha Acatitla, acusada de robar 100 pesos. En el Ministerio Público le dijeron a ella y a su entonces pareja —a quien también detuvieron— que los mandarían a prisión porque habían cometido un robo con violencia. Su abogado de oficio, con cientos de casos más por atender, le sugirió declararse culpable para recibir una sentencia mínima.

Viridiana pasó 4 años y seis meses en penales federales señalada de tráfico de personas, dinero de procedencia ilícita y delincuencia organizada, delitos que ameritan prisión preventiva automática. También detuvieron a su mamá. Las dos fueron declaradas inocentes.

Guadalupe estuvo dos años y dos meses en prisión preventiva, acusada de ser cómplice de la violación de su propia hija. Aprendió de leyes mientras estuvo en la cárcel. Enfrentaba una posible pena de 40 años, así que ella misma diseñó su defensa y recopiló pruebas, hasta que demostró su inocencia. Al final fue absuelta.

Ante estas situaciones deberíamos preguntarnos si la prisión preventiva es un recurso útil en el sistema penal en México. Las estadísticas oficiales muestran que de las 108 mil 655 personas encarceladas el año pasado, al 85% no se les había probado que hubieran cometido algún delito. Solo se les aplicó la prisión preventiva mientras termina la investigación y ocurre el juicio.

La historia nos ha demostrado que los sectores más afectados y vulnerables, llevan generaciones padeciendo las consecuencias de un sistema de desigualdad, ya que no cuentan con un ingreso para poder pagar un abogado. Tal parece que el castigo en sí, es carecer de acceso a la información, a sus derechos y la poca solvencia económica.

En este sentido, organizaciones como la Fundación Rebeca Lan, buscan la reinserción de las mujeres a través de diferentes áreas de trabajo con el propósito de promover su desarrollo humano. En memoria de Rebeca Lan, una mujer admirable que motivó e inspiró a mujeres privadas de la libertad para crecer y reivindicarse, para tener esperanza y creer en su potencial como ser humano, la fundación trabaja y suma esfuerzos para dignificar su estancia en prisión a través de:

1. La dignificación del entorno en reclusión, mediante la creación de Bibliotecas donde es posible acceder a un acervo bibliográfico, teniendo la oportunidad de expandir su conocimiento en distintas áreas como salud, educación, literatura, poesía, cultura, idiomas, psicología, etc.
Y además, tomando en consideración que las cárceles están construidas para población masculina y no adecuadas para las necesidades básicas de una mujer, se defiende su derecho a la dignidad a través donativos de artículos higiene personal.

  1. Se busca potenciar el crecimiento personal con talleres terapéuticos, psicológicos y educativos donde en su mayoría, se trabaja con sanación emocional y fortalecimiento de los vínculos maternales, para así lograr ser mejores personas, obtenido una segunda oportunidad para su crecimiento, de sus hijos y el de sus familias.

    La creación del programa “Uniendo Familias a Distancia”, mediante el cual las mujeres son capaces de mantener contacto con sus familiares e hijos por medio de videollamadas, colectas para útiles escolares destinados a los hijos de mujeres en prisión, funciones y actividades recreativas en centros penitenciarios y clases de escritura y música, son algunos de los logros que han sido posibles gracias a la suma de esfuerzos de donantes, voluntarios y autoridades que mantienen firme el concepto de una adecuada y digna reinserción social.

La reintegración de las personas que han sido privadas de la libertad, es un tema fundamental dentro de la sociedad, el sector gubernamental y político y el educativo. En esta difícil tarea, el apoyo de la sociedad es fundamental para mejorar la calidad de vida dentro de las prisiones, logrando que las mujeres que hoy cumplen una sentencia o están en proceso tengan una reinserción social digna y exitosa que nos asegure a todas y todos un mejor futuro.

 

*Fundadora y Presidenta de la Fundación Rebeca Lan, una organización sin fines de lucro que tiene como objetivo mejorar la situación de seguridad en el país, haciendo más efectivo el proceso de reinserción de las mujeres que están privadas de la libertad y apoyando a sus hijos para así alejarlos del circulo de la delincuencia en México.

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