Jeanette QUIROZ

Fotografías: Cortesía

Mi nombre es Patricia Matías, colaboro en Piña Palmera dentro del área de producción acompañando los procesos en talleres productivos de este centro de atención infantil.

¿Cómo surge Piña Palmera?

Se originó hace casi 38 años como una Casa-Hogar donde se acercaban niños y niñas con discapacidad severa en situación de abandono. Actualmente, Piña Palmera ha cambiado y se ha convertido en un espacio de capacitación para vida independiente donde se brinda seguimiento a personas con discapacidad, así como a sus familias en sus comunidades.

¿Cómo se origina el nombre de Piña Palmera?

La organización comenzó en Zipolite en un terreno muy grande con un gran número de palmeras también había muchas piñas. Dado que esta era la vegetación que más abundaba en el lugar, se decidió colocar este nombre.

Piña Palmera realiza una gran labor al promover la inclusión de personas que viven con una discapacidad sin importar la edad y el género. ¿Cómo ha cambiado desde su perspectiva en el trabajo cotidiano la inclusión, la discapacidad que terminan en discriminación y racismo?

Uno de los grandes retos es la discriminación y el enfoque que se le dio hace años al tema de la discapacidad que era asistencial y médico. En contraposición, en Piña Palmera se ha apostado por un enfoque social y de Derechos Humanos para cambiar la forma de ver y tratar a la persona con discapacidad, partiendo desde su reconocimiento como sujeto de derecho.

Cabe señalar que desde el Modelo Social y de Derechos Humanos, la discapacidad no recae en la persona porque no es un problema personal; es un problema social debido a que vivimos en una sociedad excluyente. Por ello, es importante generar un cambio desde esta perspectiva y reconocernos como personas con derechos humanos al igual que todas las demás personas. Existe una lucha constante porque a menudo la discapacidad se presenta como un problema personal, pero no lo es. A partir de ahí, trabajamos en un proceso de conciencia hacia las personas con discapacidad. Desde el momento en que llegas a Piña Palmera, cambia la percepción. En mi caso, cuando llegué a Piña Palmera, mi perspectiva y mi vida cambiaron. Como mujer indígena con discapacidad, siempre había sentido la victimización y la sobreprotección, pero al llegar a este proyecto, me reconocieron primero como persona y no por mi discapacidad. Así es como deberíamos trabajar en diferentes espacios, reconociendo a la persona con discapacidad como protagonista de su propia vida, respetando su derecho a participar y a decidir en todo aquello que le afecte, no como alguien sujeto a manos de los demás.

Desde ese punto, comienza un proceso de capacitación para la vida diaria, reconociéndonos como personas con habilidades que aún no hemos tenido la oportunidad de desarrollar. En Piña Palmera, apostamos por procesos de capacitación para la vida independiente, fortaleciendo y reconociendo las habilidades de cada persona. Cada individuo trabaja su proceso en función de sus posibilidades, ya que es cierto que hay discapacidades más complejas que otras, pero no las hace imposibles.

Todas las personas que pasamos por el proceso de capacitación en Piña Palmera compartimos la labor de crear conciencia sobre todas las diferentes condiciones de discapacidad y el potencial que cada persona tiene.

¿Qué tipo de capacitaciones o actividades también imparte este proyecto integral para la vida?

Existen diferentes talleres productivos adaptados a personas con discapacidad y a la comunidad. Trabajamos en el desarrollo del potencial interno de cada comunidad debido a su diversidad, proporcionando acompañamiento a las familias que hablan el idioma local, además de contar con intérpretes. No imponemos nada, sino que realizamos adaptaciones de acuerdo a las necesidades y habilidades de cada persona. Mantenemos un enfoque colectivo y social en este proceso, brindando acompañamiento individual según la habilidad de cada participante en el proceso de capacitación para la vida diaria.

En Piña Palmera, tenemos el taller de aceite de coco prensado en frío, donde aprovechamos los recursos locales. Buscamos mercados para que tanto los familiares como las personas con discapacidad tengan ingresos en sus comunidades, desde la producción y recolección del coco hasta el prensado. También contamos con talleres de papel reciclado, pintura enfocada en la prevención de la violencia y cosméticos artesanales a base de aceite de coco, que es la materia prima disponible.

Mantenemos contacto con pequeños productores y familias que subsisten día a día, y de esta manera fortalecemos la economía local. Practicamos el comercio justo y respetamos sus precios sin intermediarios, contribuyendo así al desarrollo económico de la región.

En piña palmera he tenido la oportunidad de vivir, escuchar, y acompañar a muchas personas, que se volvieron un parteaguas en esta labor comunitaria que realiza.

El caso de la compañera Ana Canseco es digno de mención. Desafortunadamente, falleció debido a que su discapacidad era progresiva. Sin embargo, su legado como impulsora del tianguis comunitario de cine en la ciudad de Oaxaca perdura. Gracias a sus esfuerzos, logramos hacer accesibles los baños de la Iglesia de Xochimilco y el atrio de la misma, que carecían de rampas para personas con discapacidad.

Durante este proceso, también acompañamos a otra persona con discapacidad en su meta de estudiar la secundaria. Estas acciones han dado frutos, ya que algunas de las personas involucradas han llegado a ocupar cargos importantes en el estado, contribuyendo desde una perspectiva social y de Derechos Humanos.

En todos estos años de experiencia ¿Crees que se pueda construir un mundo inclusivo en un futuro próximo?

Claro, esa es la idea de apostarle para promover los ajustes razonables, el diseño universal y la eliminación de las barreras, y con ello ejercer nuestros derechos como lo son: a la educación, al trabajo y a la salud, etc.

Es fundamental reconocer que, en ocasiones, al enfrentarnos a la discapacidad, podemos caer en una mirada asistencialista, creyendo que necesitamos ser ayudados y resueltos por otros. Sin embargo, este enfoque cambia por completo al participar en este tipo de proyectos, ya que nos damos cuenta de que somos capaces de contribuir y aportar para resolver problemas por nosotros mismos.

 

 

 

 

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