El Valor de la Familia: Un Pilar Amoroso, Social y Antropológico.
Mariana Navarro
GUADALAJARA, Jalisco.- El sociólogo Emile Durkheim hablaba de la “anomia” como una situación en la que los individuos, sin la guía de normas claras (como las que tradicionalmente proporciona la familia), tienden a causar caos social.
Hoy en pleno siglo XXI, más que nunca se está atacando a la familia .
Lo grave de ello no es que sea atacada por las instancias que pretenderían normalizar el que las familias se fragmenten, sino que sea por aquellos individuos
que perpetúan, formas abusivas y destructivas del sistema familiar.
LA FAMILIA ES EL NÚCLEO Y EL CENTRO DEL CORAZÓN
La familia es la célula básica en donde se aprenden los valores fundamentales para el desarrollo y progreso de la sociedad.
La familia, como núcleo fundamental de la sociedad, ha sido durante milenios un eje central en el desarrollo de las culturas y civilizaciones.
Desde una perspectiva sociológica y antropológica, la familia no solo es el espacio donde nacemos y crecemos, sino el lugar donde aprendemos los valores, las normas y los comportamientos que nos permiten integrarnos en la sociedad.
Sin embargo, en las últimas décadas, hemos sido testigos de una creciente tendencia que busca debilitar o, incluso, disolver los lazos familiares. Este fenómeno plantea serias preguntas: ¿Por qué algunas fuerzas promueven la separación familiar? ¿Qué sucede cuando la familia se disuelve? ¿Cómo sería una sociedad sin el sostén familiar?
EL VALOR INTRÍNSECO DE LA FAMILIA
Desde una perspectiva antropológica, la familia es la institución más antigua en la organización social de los seres humanos.
En las primeras comunidades, la familia representaba no solo una red de apoyo emocional y económico, sino también, un sistema de protección y enseñanza.
La sociología contemporánea refuerza esta visión, destacando que la familia sigue siendo el primer grupo social con el que las personas interactúan.
En ella se inculcan normas, costumbres, lenguajes y valores, lo que define a la familia como la primera escuela del ser humano.
En términos evolutivos, la familia asegura la supervivencia de la especie y por ende de la sociedad.
Los seres humanos, como seres sociales, requieren de interacciones prolongadas para desarrollar sus capacidades cognitivas, emocionales y sociales.
La familia actúa como el núcleo en el que estas interacciones tienen lugar de manera óptima, brindando un entorno seguro y estructurado para el crecimiento y la transmisión de conocimientos .
FAMILIA UNIDA, SOCIEDAD FUERTE
Y SEGURA
¿Por qué hay entonces quienes desean separar a la familia?
La familia, a lo largo de la historia, ha sido vista como una fuente de poder y estabilidad.
Sin embargo, en los tiempos modernos, en particular en el siglo XXI , algunos movimientos ideológicos, políticos y culturales, han propuesto modelos alternativos que tienden a fragmentar este núcleo.
Estas fuerzas a menudo parten de la crítica hacia la familia tradicional, argumentando que muchas estructuras familiares perpetúan sistemas de opresión, desigualdad y limitación de las libertades individuales.
Por ejemplo, algunas corrientes sugieren que la disolución del modelo familiar tradicional promueve la autonomía individual y la independencia emocional.
Desde esta perspectiva, la familia, en ocasiones, puede convertirse en un espacio restrictivo, donde las dinámicas de poder generan conflictos y tensiones.
Sin embargo, otros señalan que este discurso muchas veces ignora los beneficios del apoyo y la contención familiar, y que las luchas internas en la familia pueden ser resueltas sin necesidad de fragmentarla.
¿Qué pasa, entonces, cuando la familia se disuelve?
La disolución de la familia tiene efectos profundos y duraderos, no solo a nivel individual, sino también colectivo.
Cuando las familias se separan, las personas, en especial los niños, pierden una red de apoyo esencial para su bienestar emocional, psicológico y social.
Y en esto hay individuos que prefieren la disolución familiar por la doble moral que ejercen, en donde prefieren aparentar lo que no son, sacrificando lo que debe ser visto como interés superior del menor, por encima de juicios de valor y por encima de los derechos de aquellos que separan, fragmentan y distorsionan el rol natural de convivencia; derecho que está por encima de su libertinaje sexual y de su individualismo.
La falta de cohesión familiar puede generar traumas y dificultades en el desarrollo de habilidades interpersonales.
Los estudios sociológicos muestran que los niños que crecen en familias rotas o que sufren porque un individuo separa a la familia (más por capricho que por necesidad), tienen más probabilidades de enfrentar problemas emocionales, como depresión, ansiedad y dificultades para establecer relaciones afectivas en su vida adulta.
Asimismo, la disolución familiar puede desencadenar un incremento en la dependencia de las instituciones estatales.
Los lazos familiares proporcionan redes informales de cuidado y apoyo que, cuando se rompen, dejan a los individuos vulnerables ante el sistema.
Esta dependencia no solo puede aumentar la presión sobre los recursos públicos, sino que también genera un distanciamiento emocional entre los individuos, afectando la cohesión social.
SOCIEDAD ANOMIA
Entonces ¿Qué pasaría en una sociedad sin familia?
Una sociedad sin la estructura familiar sería una sociedad sin cimientos sólidos.
Si bien existen modelos alternativos de convivencia y organización social, la familia sigue siendo la unidad básica para la transmisión de valores, costumbres y el sentido de comunidad.
La sociología y la antropología coinciden en que una sociedad sin familia, tendería hacia una mayor atomización social, en la que los individuos estarían más desconectados entre sí.
En este escenario, la identidad colectiva se vería fragmentada, ya que la familia no solo proporciona vínculos emocionales, sino también identitarios.
El sociólogo Emile Durkheim hablaba de la “anomia” como una situación en la que los individuos, sin la guía de normas claras (como las que tradicionalmente proporciona la familia), tienden a sentirse desorientados y desconectados de la sociedad en su conjunto.
Esta anomia podría llevar a un aumento de la violencia, la criminalidad y la inestabilidad social.
CONCLUYENDO
El valor de la familia reside en su capacidad para sostener, proteger y formar a los individuos.
Aunque las dinámicas familiares no siempre son perfectas, y es cierto que algunas situaciones requieren distancia para sanar, la ruptura definitiva de la estructura familiar trae consigo consecuencias negativas tanto a nivel personal como social.
Por ello, promover el amor, el diálogo y la reconciliación, dentro del núcleo familiar es clave para mantener una sociedad cohesionada y fuerte.
El reto está en fortalecer esos lazos desde el respeto, la empatía y el entendimiento mutuo.
Así, la familia, en todas sus formas y manifestaciones, continuará siendo el pilar sobre el cual se edifica la sociedad.
En un mundo que parece estar perdiendo el rumbo, la familia permanece como ese refugio esencial, inquebrantable, que nos brinda el sentido de pertenencia, el amor y el apoyo que tú , que yo , que usted , que todos necesitamos.