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Antonio SALDAÑA*

BARCELONA,ESP.- La vida me ha dado algo mucho mejor y más grande que cualquier éxito. Incluso puedo decirles que supera al dinero: ¡El poder del fracaso!

El fracaso ha estado presente en toda mi vida, por ejemplo, en la adolescencia comencé a estudiar música y fracasé; estudié actuación, pero también fracasé, después: macramé, kungfu, arquitectura, y en todas esas áreas ¿qué creen? también fracasé. En el colegio siempre fui el último, y cuando hice el examen para la universidad fui rechazado, no una, sino tres veces. Fracaso tras fracaso.

A pesar que me gustaría hablarte hoy de lo exitoso que he sido en la vida, me veo en la necesidad de contarte lo fracasado que he sido, porque todos mis éxitos, no son más que el resultado de todos mis fracasos. Por ejemplo, nunca habría sabido que puedo escribir si la primera vez que me invitaron a hacerlo yo hubiera dicho, por miedo, que no. En ese momento habría tirado la toalla y la sensación que no sirvo se habría instalado dentro de mí, sin embargo, quise lanzarme y aunque no lo hice del todo bien, pude ver lo que tenía que mejorar, para algún día, hacerlo como quería.

El fracaso, es como ir por un camino donde aparece una encrucijada, por un lado está el “no quiero seguir” y por el otro “sí quiero continuar”. Si elegimos “no quiero” el fracaso nos habrá ahorrado tiempo, esfuerzo, y podemos emprender otro camino. Si elegimos “lo quiero”, el fracaso nos habrá mostrado lo que no debemos repetir, o tenemos que hacer diferente para corregir y mejorar. Cuando a Edison se le preguntó sobre sus mil fracasos al intentar hacer la bombilla incandescente, respondió: “No son fracasos, solo he conseguido saber 1000 formas de cómo no se debe hacer una bombilla”.

Y es que desde que nacemos somos expertos en fracasar, sino me crees, ve a un bebé cuando intenta caminar. Este se cae, se levanta y lo vuelve a intentar, y cada vez cambia de estrategia, así hasta que lo consigue. Fracaso tras fracaso.

El impacto del fracaso dependerá mucho del concepto que tengamos de nosotros mismos, o sea, el cómo nos vemos y cómo nos vendemos a los demás. Si yo voy del muy, muy, que todo lo puedo, y que soy perfecto, un fracaso será devastador, vergonzoso y muy doloroso. Porque culturalmente nos han enseñado que nada es más importante que el resultado: hay que sacar buenas calificaciones; ganar el primer lugar; nuestro equipo de fútbol debe ser el mejor; hay que tener un gran trabajo, etc. De este modo vamos midiendo el éxito a través de modelos que nos establecen “qué tan buenos somos”, pero también, “qué tan malos somos”.

Todos cometemos errores, es un proceso normal en el aprendizaje. Lo decisivo, es considerar que cometer un error no es un fracaso.  Así que como dije al principio, el fracaso es donde de pronto aparece la bifurcación del camino. Echamos para delante o salimos corriendo.

Te aconsejo:

  • Deja de pensar de forma polarizada: bueno, malo; perder, ganar; me quieren, me odian, etc.
  • No pronostiques el futuro negativo.
  • No abarques más de lo que puedes, ten metas realistas.
  • Sé amable contigo, los errores no te definen. Tú no eres tú error.

Fracasar da miedo, porque incumplir las expectativas de los demás está vinculado al rechazo y nuestra intolerancia a la frustración, tampoco ayuda, así que si tienes miedo o enojo, no es por el fracaso, sino porque eso que no hiciste como esperabas trae información sobre ti.

Recuerda que el fracaso, trae la información sobre qué hicimos para llegar a ese resultado y es ahí cuando podemos detectar las conductas para cambiarlas y obtener resultados diferentes.

 

 

*Master en coaching en inteligencia emocional y PNL por la Universidad Isabel I de Castilla. Nº 20213960. Diploma en especialización en coaching y programación neurolingüística (PNL) por la Escuela de Negocios Europea de Barcelona.

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