Justina FUENTES
Hablar de ti, querer decir cuánto te conozco, es tiempo vivido fácil de recordar, difícil de explicar.
Para escribir de Juan Alcázar, tendría que hacer un libro de 21,188 páginas hasta el día de hoy con 2,787 historias*.
Y me gustaría tener el otro libro que habla de Juan, el que dice lo que les gusta y no les gusta de él, lo que tenía o no qué hacer, lo que le inventan, lo que le quitan y lo más desagradable, cómo quisieran que fuera, y las páginas en blanco de las personas que no quieren o no pueden hablar de él, por ignorancia o temor y, después de terminar de leer estos dos libros, para escribir o hablar de Juan otra vez diría esto:
Juan es Juan Alcázar; no le copia a nadie, no es egoísta, no es ambicioso, no le envidia nada a nadie, es orgulloso y en algunas cosas o momentos de su vida, es soberbio.
También es persistente, arrebatado, tenaz, distraído, bondadoso y sentimental, no puedo decir, no sé si es rencoroso y como a todos le gusta la buena vida, le gusta cantar, bailar, tomar, dormir y, sobre todo, ¡comer bien!
No le gustan las dietas, no le gustan los límites en todos los sentidos.
Para Juan Alcázar:
Negro, nuestra mesa, la mesa, la de todo el tiempo.
Con tantas historias, que cuenta historias, muchas más que las que podemos recordar ahora, mis pobres manos acariciándola como si fuera la primera vez. Queriéndola tocar, sentir su cuerpo, escuchar su respirar y recorrer todos sus azules, todos los azules por haber, y al sentir su piel de madera madura, escucho un sonido dentro de mi cuerpo que me estremece y termina mojando este papel ¡agua con sal! Primero, recorre mi rostro, de estos que tú dibujas y siento la humedad, esta humedad de placer, ahora placer de extrañar lo que fue. Son lágrimas que casi no me dejan ver y sentir, qué tengo que decir y escribir.
* 24 enero 2013 2,787 semanas = 21,188 días, es el tiempo que ha pasado desde que naciste Juan.