Jasmina Hartiana
Hay un monstruo que vive en mí, se alimenta de la furia y frustración. Se presenta cuando alguien hace reiteradamente algo que me molesta. Las primeras veces que sucede no digo nada, lo ignoro por completo porque creo que lo hacen a propósito: para molestar, es decir me coloco en el centro de las circunstancias. Entonces creo que con no darle importancia el comportamiento de la otra persona cesará de manera mágica. Cosa que no sucede, por supuesto.
Después de un tiempo y con la molestia hasta el tope, pues claro; explotó, y no lo hago con elegancia precisamente. De mi boca salen todo tipo de alimañas venenosas, no son precisamente palabras obscenas, sino algo peor, al diseñado para herir de manera profunda y dar en el blanco. Luego de que este monstruo que habita en mi ha descargado todo lo que lleva dentro, se supone que debería sentirme mejor y que creen eso no pasa. De hecho, paso varios días sintiéndome terrible, quizás todavía hay restos de conciencia en alguna parte de mi ser. Y no solo eso, sino que rebusco cada oración midiendo la dosis de veneno y pues si me siento fatal, la peor de las peores.
Se que este ser irascible es mi talón de Aquiles y que no he encontrado la forma de contenerlo, probablemente debería regresar con mi maravillosa terapeuta. Aunque creo tener una idea de que es lo que sucede o cual es su furia. Sé por ejemplo que se poner mas letal cuando de alguna manera las acciones de los terceros me hicieron sentir subestimada, así que tengo la sospecha que proviene de una herida en algún momento de mi vida. El problema es que no logro resolverlo. Siempre he sido bastante independiente y no lo digo como auto cumplido, sino como alguna forma de resolver este problema que me aqueja. Porque según este argumento; si siempre he resuelto las cosas por mí mismas, circunstancia que no esta bien, porqué me importa tanto la opinión que tengan los otros acerca de mí, si al final yo he demostrado dar con soluciones efectivas. Entonces, llego a otra conjetura; lo que esta en juego adentro de mi cabeza es mi valor, porque dárselos a los demás, incluso creo que no piensan en eso, probablemente son personas molestas por naturaleza o maleducadas o solo groseras.
Bueno, luego del altercado pasan dos o tres días, en los que ya no me encuentro tan molesta y avergonzada conmigo. Ahora estoy molesta con los otros por llevarme a ese límite, creo que en este punto el remordimiento ha cedido, y me encuentro de nuevo lista para empezar este círculo vicioso de ira. Y luego pasan otros tres días mas y que creen la culpa aquí se ha marchado por completo, para este momento se me ha olvidado que yo no puse limites a tiempo. Y ocurre algo peor, me siento bien por haber sido valiente antes que pendeja dijera Nathy Peluso. Probablemente este es el momento de buscar el número de la terapeuta, cosa que no hago.

- Soy fotógrafa y cuentista
 
Cuentos: Anabel, Miel con veneno, Imágenes que cuentan, Entretenimiento para Adultos, El Cerrajero, y la Chica del Tutu. jazminahartiana@hotmail.com
                
		






