Georgina Saldaña WOONCHEE
La música desprende una energía que se parece mucho a la magia, eso descubrimos los integrantes de la China Sonidera al estar parados haciendo lo que más nos gusta, en uno de los escenrios más hermosos de la Expo Dubai 2020, “The Millennium Amphitheatre”. Algo que núnca imaginamos, fue tocar en tierras tan lejanas, y mucho menos en estos momentos de pandemia, pues a los músicos nos tocó vivir una gran inestabilidad tanto profesional como emocional. Los integrantes de La China Sonidera nos levantábamos de una racha complicada, casi dos años de desempleo, crisis existencial, incertidumbre, silencio musical y escenarios sin el calor del público. Ensayábamos por supervivencia, por terapia ocupacional o para algun concierto lejano o no confirmado. Siempre inventándonos estímulos de esperanza, intentando conectar con la gente, al menos a través de las redes sociales. Fue en el verano del 2021 cuando nos enteramos de esta posible invitación a Dubai, parecía una broma, decíamos: “seguro nuestra manager esta pacheca…” (con todo respeto a nuestra querida Ilich Gordillo). Se trataba de un sueño que no tenía forma en nuestra cabeza. No quisimos entusiasmarnos, mucho menos comentarlo con nadie, sin embargo, en nuestra alma una lucesita comenzaba a iluminar los despertares, esa luz se convirtió en el mejor impulso para volver a creer en nosotros mismos. Los que nos dedicamos al arte, sabemos que los procesos creativos son más enriquecedores que la llegada a la cima, pues es cuando trabajamos, inventamos, nos caemos, nos levantamos, decidimos, aprendemos, nos conocemos, evolucionamos y sobre todo, soñamos. Todo esto y más nos sucedió en la víspera del viaje a Dubai. Las dudas y las fantasías eran tantas, desde: ¿sabrán raspar la chancla los árabes? hasta: ¿qué tal que un jeque árabe nos descubre y nos secuestra de por vida en su palacio para ser sus esclavos musicales? Antes de salir, nuestro nivel de nervios era tal, no solamente por el viaje tan largo y el compromiso tan esperado, sino por la situación mundial de la pandemia. Cada día las noticias nos asustaban con algo diferente, que Europa confinada, que la cuarta ola, que el Omicron, que la OMS prohibió las fiestas navideñas. Para cuidarnos, cancelamos varias tocadas antes de salir, aunque sabíamos que la mayoría de nuestros integrantes viven “del hueso” y no podían dejar de trabajar. Queríamos que el tiempo se apurara, parecía que jugábamos carreritas con el virus, a ver quien llegaba primero, si él a nosotos o nosotros a Dubai. El primer filtro lo superamos casi todos, fue la famosa prueba PCR. Alfonso Barrera, ex guitarrista y cofundador de la China Sonidera, a cargo de los visuales, fotos y videos del viaje, resultó positivo a la prueba a pesar de no tener síntomas, y por más que intentamos que se la hiciera nuevamente en otro lugar, el tiempo y los bloqueos de esos días, no lo permitieron. Para ponerle una cereza al pastel de estrés que teníamos, la Ciudad de Oaxaca se encontraba bloqueada el día de la partida, así que varios tuvimos que dormir cerca del aeropuerto la noche anterior o encontrar caminos alternos y salir con mucha anticipación. Al día siguiente Alfonso se realizó otra prueba y resultó ser negativo a Covid, pero desafortunadamente el avión ya había despegado. En el trayecto nos dábamos cuenta con mucha admiración y agradecimieto que nuestras redes sociales se llenaban con buenos deseos y bendiciones para el viaje, eran puras inyecciones de amor y felicidad que nos iluminaron el alma. Cuando el sueño terminó al despertar en Dubai, comenzó una lucha contra los efectos del cambio de horario y un viaje de casi dos días, pero decidimos no rendirnos y salir a descubrir ese mundo.
Fue interesante darnos cuenta de lo que tenemos en común, por ejemplo el físico de la gente, casi todos los integrantes de la china pasábamos desapercibidos, nos confundíamos entre los árabes e indúes. Y claro que los árabes también saben disfrutar la música con el cuerpo, raspan la chancla de una manera contagiosa, el sabor lo traen en la sangre con ese meneo de hombros y caderas. La comida, también nos sorprendió con las similitudes, los deliciosos “Shawarmas” nos acariciaban el paladar taquero que nos caracteriza, y todas las mañanas en el bufet del hotel, el mesero nos traía un platito de algo parecido a los chiles serranos. Con toda proporción guardada, también es una sociedad que convive con un lamentable machismo lacerante, y una abismal desigualdad social y económica. La cultura de la negociacion es tan arraigada que el regateo en los mercados turísticos es todavía inducido, lo que por supuesto no sucede en los grandes “Malls”, donde un desfile interminable de las marcas más prestigiosas del mundo, ven pasearse desde sus lujosos e impactantes escaparates a mujeres completamente cubiertas, mostrando solo su bellísima mirada y en los pies, al vaivén de su caminar, se descubre apenas su riqueza material con tremendos zapatones de la marca Prada. En conclusión, hemos decidido que nuestra próxima cumbia tendrá como estribillo algo así: “Si el Istmo petróleo tuviera, a Dubai se pareciera”.
Por fin llegó el día tan esperado, 26 de diciembre, la primera misión. Por la mañana nos llevaron a la Expo mundial, pasar los filtros de seguridad con todos nuestros intrumentos fue otro gran viaje a la verdadera “interranchonalidad”. Pasear por los pabellones del mundo y señalar como niños en parque de diversiones: “ahí está el de Peru! miren el de Bélgica! hay que comer en Tailandia!” Por supuesto, el que más nos estremeció fue el de México, único pabellón que está hecho a mano, cobijado majestuosamente en todo su exterior, por la labor de grandes tejedoras de nuestro país y diseñado por Betsabee Romero. Finalmente el carrito de golf, terminó su recorrido dejándonos en el famoso Millenium Anphitheatre para probar sonido. Cuando pisamos ese escenario se fueron cumpliendo y acomodando como “Tetris”, una a una todas nuestras espectativas musicales. Se transpiraba buen humor y felicidad con la extraordinaria producción que teníamos en frente. Aunque todo parecía color de rosa, no puedo terminar este relato sin compartir honestamente lo que sucedía en mi interior, algo que gran parte de la población mundial sentía: Dolor de cuerpo, de garganta, tos, secresión nasal, estornudos y cansancio. Eso era mi cuerpo por fuera. Por dentro era algo similar a lo que sucede en Harry Potter, cuando los dementores absorben la felicidad de la gente, así llegaban súbitamente los covidementores, dejando miedo, angustia, incertidumbre, en mi caso sobre todo enojo. ¿Cómo es posible que después de tanta espectativa e ilusión, me sienta así? Y comenzó la autoterapia, estaba segura de que no se trataba mas que de un autoboicot, así que me dediqué a ignorar los malestares.
El público del primer concierto contaba con la cálida presencia de la comunidad mexicana que radica en Dubai. ¡Cuánta emoción nos regalaron con sus bailes! fue una belleza el momento en que se pararon de sus lugares para raspar la chancla, hasta trenecito hicieron. Llegó el día 27, el segundo concierto y mi salud empeoraba, en camerinos una batalla campal contra el cepillo y el maquillaje, té de gengibre, paracetamol, jarabe para la tos, ejercicios vocales, enfín, se hizo lo que se pudo. Es la peor sensación, creer que está todo bajo control hasta que la voz no sale. Afortunadamente me rodeaban ocho grandes magos que con su gran amor y poder musical me inyectaban una buena dosis de medicina cumbiera para continuar con el espectáculo. El ultimo milagro se dio un día antes de regresar, pues con todo y síntomas (para entonces ya tenía pérdida de sabor y olor) las pruebas que nos hicieron antes de volver, salieron negativas. Una hermosa y agradecida mentira o equivocación que nos dio aliento hasta para festejar en el desierto antes de emprender nuestro regreso. Exaustos y agradecidos, el día 29 de diciembre pisamos tierras mexicanas de nuevo, como quien despierta de un sueño fugaz que deseamos algún día se repita.