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Antonio SALDAÑA*

BARCELONA, ESP.-Todos hemos conocido a alguien que se desvive en exceso por los demás, hace de todo por ayudar o cumplir con las expectativas de otros incluidos seres divinos o muertos. Esa persona que conocemos suele creer que el sufrimiento ajeno es algo que le compete, así que lo hace propio. Cree profundamente que ha venido al mundo para cargar con los dolores y las penas de los demás, por lo que, sorprendentemente, siempre está metida en conflictos, incluso, donde no los hay.

La mayoría de nosotros nos hemos cruzado con ese perfil de persona que pide consejos y hace todo lo opuesto, lo cual nos enfurece. Además, nos extraña que se descuide tanto o que se rodee de gente tóxica. Sin embargo, pareciera que le gusta recibir nuestros regaños y por ende, sufrir. Pero no importa lo que le digamos,  porque siempre regresará a sus malos comportamientos auto-destructivos, lo cual nos vuelve a enfurecer. Te sorprenderá saber que cuando te pide consejo es para hacer lo puesto y así recibir ese regaño porque sentir remordimiento, culpabilidad y vergüenza, le proporcionan “placer”, pero no lo sabe.

Estoy seguro que has conocido a alguien así, que al menor descuido puede caer en exceso de comida, alcohol, pornografía, limpieza, etc., ya que al hacerlo, sentirá placer y desprecio al mismo tiempo. Sabe que es “indigna”, “sucia” o “de lo peor” y de este modo, tiene la oportunidad de auto-insultarse y auto-humillarse “justificadamente”.

Este comportamiento surge cuando la persona ha dejado de ser ella misma pues se ha colocado una de las 5 máscaras que crea el subconsciente para manifestar y proteger una herida que se generó en la infancia. En este caso, es la Herida de la Humillación y la máscara del Masoquista.

El pequeño que sufre malos tratos por parte de uno de sus cuidadores, hace que este busque la satisfacción e, incluso, el placer, sufriendo, encontrando la humillación en todas las formas que pueda manifestarse. En otras palabras, “si la persona que me cuida y que más me ama me humilla, es porque así es el amor”.

El masoquista teme a la libertad, pues ante ella vienen los excesos de los que te hablé y como ignora sus propias necesidades, intentará no ser libre; cree que la libertad es falta de límites y eso le llevaría al desbordamiento. Su mayor satisfacción la encuentra en la comida por el placer inmediato que ofrece, sin embargo, está le sirve para después autoagredirse con frases como “soy horrenda”, “estoy hecho un cerdo”, “que asco de cuerpo”.

Las humillaciones infantiles se dan cuando se le ha dicho al niño que no sirve para nada, que es tonto o cuando se ríen de él; si frente a los demás le han regañado, insultado, golpeado, o dado malos tratos. Cuando se le han dicho frases como “¿Por qué no eres como tu hermano? Él es perfecto y tú pareces tonto”.

También está a quien se le ha insistido para hacer algo para otra persona, cuando no quería: “Canta para la tía”, “desafina mucho”, “baila como mono”. Y, en los casos más extremos, abuso sexual y maltrato físico.

Si te has identificado con algo de lo que he mencionado, tienes que entender que no viniste al mundo a cumplir las expectativas de nadie, más que las tuyas propias. Tu vida merece ser disfrutada como lo hacen los demás; tú no tienes porqué ponerte debajo de nadie y nadie tiene por qué divertirse a costa tuya. Tu palabra es importante, tienes derecho a expresar y defender tu pensamiento, y forma de ver las cosas.

Comienza por disfrutar la vida con pequeños placeres, centrate en tu auto-cuidado, trabaja en tu autoestima y sí, manda al diablo a quienes quieran aprovecharse de ti.

 

*Master en coaching en inteligencia emocional y PNL por la Universidad Isabel I de Castilla. Nº 20213960. Diploma en especialización en coaching y programación neurolingüística (PNL) por la Escuela de Negocios Europea de Barcelona. IG: tonosaldanaa

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