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Karla MARTINEZ DE AGUILAR

Fotografías: Jorge Luis Plata

Mis papás son de Oaxaca, se fueron a vivir a la Ciudad de México, después de casarse (nací ahí) y mi papá, contador, trabajó en una cadena de hoteles, lo que nos dio oportunidad de viajar con él a diversos lugares, por lo que estudié primaria y secundaria en diversos estados. Por estar metido en los hoteles desde niño, me llamó la atención la cocina y comencé a trabajar en estas.

Uno de los cocineros se asombró que estuviera ahí porque quería estudiar cocina y dijo que no se necesitaba estudiar, pero necesitaba entrar de lleno a la cocina para que pudiera ser cocinero con la experiencia adquirida. Tomé la opción de la pintura. De niño, siempre tuve la imagen de un artista muy gestual, de poder ver en su taller colores en sus creaciones. Me llamó mucho la atención descubrir por qué era tan valorado lo que hacían los artistas y si era fácil o difícil hacerlo.

El arte no se puede expresar con palabras porque es una manera de sentir y cuando me preguntan el significado de mis piezas, si lo digo, no doy oportunidad al espectador de descifrarlo.

Mi tía Sagrario hermana de mi mamá, que vive en Oaxaca, me vio talento para el arte y, desde pequeño me impulsó a estudiar pintura así que, después de la preparatoria, viviendo en el Estado de México, tomé un curso durante poco tiempo porque el maestro dejó de dar clases. Mi tía insistió que regresara a Oaxaca para estudiar en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO) y, en 1998, me inscribí para estudiar artes plásticas. La entidad es buen lugar para hacer carrera en este medio así los cuatro años que duró la licenciatura, fue emocionante como nunca antes asistir a la escuela.

Me distraigo fácilmente con las cosas que no me interesan, pero me enfoco en lo que me gusta y por ello tomar diferentes cursos me facilitó el aprendizaje. Antes de salir de la escuela conocí a una amiga que estudiaba restauración y me invitó a aprender. Aprendí muchas técnicas, me llamaron para participar en proyectos y me gané su confianza.

Terminada la instructoría me costó trabajo integrarme al medio por no saber cómo hacerlo y pensar que mi trabajo no estaba listo para ser exhibido, y en ese proceso experimenté diferentes estilos para descubrir cuál era el mío y entender la manera como fluir para crear un cuadro.

Mis obras, como las máscaras refieren parte de mi infancia, la mayoría de los artistas hacen lo mismo; mi intención no es hablar de la lucha libre, aunque algunas personas lo piensan porque asocian las máscaras con esta, sino usarla como simbolismo que remite a las diferentes facetas de las personas. Tengo máscaras de la exposición en Los Ángeles, California, “Memories of diaspora: inmigration narratives de los Ángeles” The Art Division Gallery.

Cuando iba los domingos con mi papá a la lucha libre en Ciudad de México entraba a un mundo de fantasía lleno de luces, bullicio, máscaras y colores; me fascinaba todo lo que conlleva ese mundo. Otras máscaras que he creado tocan las personalidades que afloran cuando tomas mezcal y cómo cada uno de ellas es una variante de tu personalidad.

Otros temas que manejo en mis obras son el desamor y los carnavales, representan diversos temas porque no puedo centrarme en uno solo.

Fui instructor del Taller de Artes Plásticas Tamayo en grabado, dibujo y pintura en comunidades, y en la Casa de la Cultura de San Jacinto Amilpas di el taller de grabado.

Siempre decía a mis alumnos que comenzaríamos dibujando y respondían que no sabían hacerlo, pero comentaba que todos tenemos esa habilidad y solo falta perfeccionarla porque desde niños hemos dibujado, aunque en la familia o los maestros nos hayan dicho que no somos buenos para ello. Por eso, crecemos con esa idea y no desarrollamos esa destreza, además, el concepto del arte o de lo bonito cambia porque la gente califica lo bonito como lo bien hecho.

A mis alumnos siempre les he dicho que sus dibujos son bellos, pero no según la concepción habitual que escuchamos y si están dispuestos a buscar más allá de lo evidente estoy en la mejor disposición para acompañarlos en el proceso.

Es emocionante el viaje de encontrar diferentes maneras de hacer las cosas y por ello decidí que mi proceso de creación debía pasar por diferentes etapas donde pintar y borrar eran el común denominador porque no me sentía a gusto con ello, no era lo que buscaba.

En ese proceso, a veces me daba cuenta de que no llegaba a ningún lado, pero disfrutaba el viaje. Antes me daba miedo sentirme vacío al finalizar una obra porque no sabía qué más hacer y creía que ya se me había acabado la inspiración para siempre. Pero te das cuenta de que la misma, viene y va, e, inclusive, por momentos, llega con más fuerza.

Con el tiempo, llegó la idea de hacer monotipo con offset y grabado, y no con óleo que es con el que comúnmente se hace; resultó perfecto para lo que quería porque mezclaba la pintura y la gráfica.

Además, el proceso me llevaba a crear con rapidez, a resolver qué era lo que quería; las cosas comenzaron a fluir por ese camino donde produje series.

Para mí no es fácil crear una pieza porque no poseo la experiencia de lo que sí y lo que no funciona; sabiendo observar, sabremos qué funciona y que no, y cómo es que se llegó a ese resultado final.

La pintura es enseñar a hablar al bastidor con colores, formas, texturas, formatos, líneas, dibujos y composiciones. Lo que sigue es hablar con este y comunicarte lo que necesita; hay que observar para saber qué mantener en el lienzo y qué quitar. Cuando lo vea la gente sabrá el significado de lo que se plasmó porque la composición estará bien hecha y mantendrá atento al espectador.

En ese proceso descubres los elementos con los que te sientes cómodo al crear los colores que se repiten, azul, verde, cobalto, rojo quemado y naranja, aunque en cada pieza dejo que fluyan.

En este momento, mi obra rompe con lo que inicialmente hacía y me costaba realizar, me brinda satisfacción porque todo fluye, mi meta era llegar a ello y ahora lo he alcanzado.

A diferencia de otros artistas no tengo una libreta de dibujo; lo hago sobre el lienzo y voy pintando; el mismo dibujo es la pintura.

Si llegué al punto de sentirme satisfecho al momento de crear es porque me divierto y lo disfruto.

¿De dónde provienen los simbolismos o personajes que pueden considerarse reminiscencia de los anteriores trabajos?

Si observas mis trabajos anteriores puedes pensar que es muy parecido a lo actual, pero no quise quedarme sin experimentar, a partir de la pandemia del COVID, y lo plasmé en el arte, al darme la oportunidad de atreverme, de fluir.

Siempre supe que en mí estaba el tipo de dibujo que plasmo en mis obras. En los dos años que di clases de dibujo, grabado y pintura, en la Ciudad de los Niños y en un orfanato en El Espinal, alimentó mi creatividad y me sentía muy satisfecho, cuando al final los niños entregaban trabajos, que los sorprendían porque no se creían capaces de crearlos. El arte les permitía olvidarse de los problemas que tenían en clase. Las experiencias de los niños al dibujar influyeron en mí.

¿Cuál es el reto tras la experimentación en tu proceso creativo?

Seleccionar las obras para mi exposición individual. Tengo que darme tiempo para elegir qué piezas van a las exposiciones y disfrutar el viaje de crear las obras. Busco que mi trabajo se vea en Oaxaca y en otros lados. Quiero pintar más porque he centrado mi tiempo en el monotipo, quiero hacer formatos más grandes.

¿Quién es Federico Valdez como artista y volverías a elegir el arte como modo de vida?

Soy un artista aunque la gente que ha visto mi trabajo dice que “no soy el artista que esperan ver”. Tienen una idea preconcebida de lo que es un artista en Oaxaca.

Hago pintura porque no sé componer canciones ni tocar. Si volviera a nacer, elegiría ser artista o músico.

 

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