En este mes de septiembre, conmemoramos no solo la historia y cultura que nos unen como nación, sino también el orgullo de ser mexicanos. Este orgullo no solo debe reflejarse en nuestras tradiciones, gastronomía y festividades, sino también en nuestra actitud cívica y compromiso diario con el bienestar común.
Es momento de recuperar el valor del civismo, de recordar que cada uno de nosotros es una pieza fundamental en el entramado social que construye un país fuerte y justo. El respeto por las leyes, la solidaridad con el prójimo y la participación activa en los asuntos públicos son expresiones concretas de ese amor patrio que todos llevamos en el corazón.
Celebremos nuestras raíces, sí, pero también comprometámonos a convertir ese orgullo en acciones que fomenten la convivencia pacífica, el desarrollo y la justicia social. Solo así podremos cimentar un México más digno, orgulloso y unido.
Que este septiembre nos inspire a ser mejores ciudadanos y a reafirmar nuestro amor por nuestra tierra, trabajando juntos por un futuro más brillante para todos.