Agosto llega a Oaxaca con la fiesta reciente de la Guelaguetza, una celebración que este año volvió a reunir a miles de personas en torno a la riqueza cultural de nuestros pueblos. Más allá del color y la danza, la fiesta reafirmó algo profundo: la fuerza de las comunidades, su capacidad de compartir, y su papel como pilares de una identidad que sigue viva y en movimiento. Oaxaca, con su diversidad única, continúa siendo ejemplo de cómo la tradición puede dialogar con los tiempos actuales sin perder su esencia.
En el ámbito nacional, el nuevo gobierno ha comenzado su gestión con la mirada puesta en la continuidad de programas sociales, el fortalecimiento de las regiones y la participación activa de la ciudadanía. En Oaxaca, estas políticas han encontrado eco en procesos comunitarios que llevan años construyendo desde abajo: iniciativas en salud, educación, ecología y cultura que reflejan un modelo de desarrollo más humano, inclusivo y cercano a las realidades del territorio.
Agosto es, también, una oportunidad para renovar ese compromiso: seguir tejiendo desde nuestras voces, nuestras historias y nuestras prácticas cotidianas un México más justo, más diverso y más digno para todas y todos.