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Jennifer JIMÉNEZ*

GUADALAJARA, JAL.- La felicidad, enigmas, mitos, teorías envuelven a este aparentemente efímero estado. Tanto que, si hiciéramos una encuesta de los anhelos más perseguidos o buscados por el hombre, la felicidad encabezaría la lista. A su manera todos andan en busca de ella. Pero ¿Cuándo fue el momento en el que la felicidad comenzó a buscarse? ¿Cuándo se extravió por mano del mismo hombre para después ser rastreada con tanto ahínco?

Para cada individuo la felicidad tiene un rostro, nombre y apellido distinto. Para unos lo es una casa, para otros vivir en la playa o estar con la persona amada, en fin, deseos y aspiraciones que tienen figuradamente nuestra felicidad en sus garras, así de vaporoso se ha convertido un estado que nos pertenece, un estado nato en el ser humano, el cual no necesita de estímulos externos para resplandecer.

El momento en el que la felicidad comenzó a buscarse fue cuando se tuvo la idea de influenciar al humano manipulándolo para hacerle creer que, si compraba, consumía o se volvía en x cosa tendría la posibilidad de acceder a la felicidad. En ese preciso momento la felicidad tuvo varios dueños, aquellos que descubrieron la vulnerabilidad en el hombre para no reconocer su propia naturaleza, los mismos que encontraron una desventaja en la razón del hombre de que fácilmente adoptaban la inclinación hacía la comodidad de un espejismo para lograr sentir felicidad.

Es más ventajoso depositar la felicidad en una promesa o garantía ofrecida por alguien más, que reconocer que si hacemos un esfuerzo podríamos evocar la felicidad que yace en nosotros, con la que fuimos dotados, puesto que, al ser un estado emocional, somos perfectamente aptos para experimentarla sin necesidad de consumir absolutamente nada.

Ahora, ojo, no pretendo ser de esas mujeres que rechaza el concepto de manifestación o que tilda lo material como erróneo o innecesario. Es una realidad que existen cosas en nuestro mundo material que quisiéramos experimentar o que incluso nos facilitan nuestro día a día, no es malo tener la intención de consumir, de experimentar, de lograr. Es la relación que hacemos con esas cosas lo que puede crear una persecución interminable para acceder a la sensación de felicidad, parecido a una serpiente que intenta morder su cola, probando solo un poco, para después seguir persiguiéndola.

Si una persona logra ser feliz con, sin y a pesar de, entonces tiene un amplio conocimiento de sí misma. Es capaz de experimentar la felicidad por propia mano simplemente al respirar. Puede tener o no tener y estar bien, puede ganar o perder y estar bien, sabe perfectamente que su caudal interno tiene la capacidad de manifestar el estado que quiera con una simple intensión, no necesita más que solo la intensión, logrando así una relación armoniosa con su mundo material consiguiendo la cualidad del desapego sin mayor resistencia.

Esta misma persona tiene la conciencia tan abierta que es excesivamente apta para poner cada cosa en su sitio y darle el valor que le corresponde, sin la necesidad de mezclar su estado interno con el vaivén de las cosas materiales, no se anda con rodeos, tiene las cosas muy claras, y al saber plenamente que la felicidad le pertenece hasta el último aliento no le angustia el concepto de consumir y consumir para experimentar la felicidad.

Si nos llama la atención este camino y muy adentro sabemos que tenemos una dependencia excesiva a consumir para tener felicidad momentánea, es importante saber que, para disiparla es necesario un proceso como el que lleva cualquier persona que quiere deshacerse de un vicio o mal hábito, pero el primer paso es desligar de nuestras mentes el concepto que nos enseñaron desde pequeños: “primero conseguir y luego sentir”. Una vez que hemos entendido esto y llevado a la práctica, todo lo demás va tomando su curso.

*Escritora e instructora de meditación. Apasionada por los temas espirituales y de superación personal. He tomado diferentes estudios, diplomados y cursos que me han llevado a conocer y compartir lo que aprendo y experimento sobre el poder de nuestra mente y espíritu.

 

 

 

Instagram: meditaconmigomx

Página web: www.meditaconmigo.mx

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