Melinda Szabados-Bányai*
JÁSZFÉNYSZARU, HUNGRÍA.- Ser madre, es un papel que requiere esfuerzos diarios y una actitud flexible ante todo. Pocas son las constancias y muchos los cambios donde la empatía y paciencia son las armas más potentes. A veces, uno se siente en guerra y vencer una batalla siginifica terminar un día largo con buen humor. Cuando falta la tempestad, uno disfruta de la paz y de la sonrisa de sus hijos, pero si pocos son los días de calma, uno empieza a buscar soluciones para llevar mejor todo. Al fin y al cabo, en todas partes uno puede leer que si la mamá está bien, todos lo están y eso es lo que trato de conseguir: ¡estar bien!
Empecé a leer un libro sobre el tema de ser padre y trato de hacer cambios en nuestra rutina diaria para tratar de mejorar el ambiente, especialmente cuando es la hora de dormir. Como en muchas cosas, a veces logro vencer, otras veces cometo fallos, pero en mi opiniòn, lo importante es tratar de hacer cambios, tratar de hacer esfuerzos por el bienestar de todos. Tenemos tiempo para mejorar y aprender ser mejores padres; lo importante es reconocer si necesitamos ayuda en gestionar todo lo diario. Tenemos tiempo para estar en el patio o en el parque. En concreto: mientras que corres detràs de la pequeña, intentas no perder de vista a la mayor. Es entonces cuando te das cuenta que dos años de diferencia de edad entre las dos, ¡te presenta retos!
Yo no sè cuàl es la diferencia de edad ideal, es posible que no exista, pero en nuestro caso, estos dos años resultan difìciles. Para poder salir adelante, necesito adoptar una actitud más flexible, más comprensiva y sobre todo, ¡necesito tener más paciencia! Si se inventara una pastilla para la paciencia, ¡yo me tomarìa un monton!
La mayor quiere jugar con la menor, pero no toma en cuenta que es una niña aún pequeña. Se necesita prestarles mucha atención y mis temores se activan cada vez que veo cómo corren una detrás de la otra o cómo hacen su forma de pancracio. Es un circulo vicioso.
Lo que tengo que hacer es tratar de hacerle entender a la mayor las reglas del juego, pero no es fácil llevarse con una niña de 3 años que prefiere la palabra ”no” y ”no quiero” ante todo. Es difícil y agobiante repetir las mismas cosas día tras día, pero espero que llegue el momento en que todo se vuelve más fácil.
Cuando la mayor se acerca a la menor y le acaricia la cara con ternura, siento que logramos inculcar amor y buenos sentimientos en ambas. Al fin, eso es lo que importa: el amor.
El amor que mueve montañas y puede con todo, y creo que cada padre es feliz si sus hijos lo están, si sus hijos se aman y se respetan. En la fugacidad de la vida, los hijos son los testigos de nuestros éxitos y fallos, y al mismo tiempo, representan los mayores logros de nuestras vidas. Criarlos y educarlos significa responsabilidad inmensa, cargos bastante grandes, dificultades permanentes, pero también felicidad que es como una estrella fugaz, pero que está presente en nuestras vidas.
No se puede definir de forma universal. Para cada uno es distinto, pero si tienes dos niños pequeños y cero ayuda, un día con sonrisas y juego al aire libre, ya es felicidad. Yo me conformo con esto y busco encontrar bienestar en donde y cuándo puedo. Ojalá tengamos todos más momentos felices cada día.
*Master en escritura creativa, amante de la literatura, teatro y música. Madre de dos hijas.
szabadosbanyaimelinda@gmail.com