DIFERENCIAS ENTRE HALLOWEEN Y EL DÍA DE MUERTOS: UN VIAJE HISTÓRICO ENTRE DOS CELEBRACIONES DE LO ETERNO

Mariana Navarro
GUADALAJARA, JALISCO.- Este fin de mes de octubre y principio del otro que viene en noviembre tienen como eje rector la vida  y la muerte .
 Permítame  guiarle   a través de los hilos del tiempo,  en este viaje hacia el corazón de dos tradiciones que, aunque ambas evocan lo eterno y la memoria, se entrelazan con significados profundamente distintos.
Halloween, celebración de origen celta, y el Día de Muertos, ritual profundamente mesoamericano, han dejado cada uno una huella que trasciende las épocas y las fronteras, modelando cómo distintas culturas perciben la vida, la muerte y el reencuentro con los seres queridos.
Que estas líneas sirvan de tributo respetuoso, tejido con la mirada serena de una cronista que busca honrar su esencia.
ORIGEN Y EVOLUCIÓN DE HALLOWEEN
Halloween, como hoy lo conocemos, encuentra sus raíces en la antigua celebración celta de Samhain, cuyos primeros registros se remontan a los pueblos de la región de Irlanda, Escocia y la Galia hace más de 2,000 años.
Samhain marcaba el fin del ciclo agrícola y el inicio de la temporada oscura del invierno. Se creía que, durante esta noche —el 31 de octubre—, el Sídhe o velo que separa el mundo de los vivos y el de los muertos se volvía tenue, permitiendo que los espíritus y seres sobrenaturales vagaran entre los hombres. Los celtas encendían hogueras y utilizaban máscaras para confundirse con las entidades espirituales y así protegerse de cualquier influencia malévola.
Con la expansión del cristianismo, hacia el siglo VIII, la Iglesia de Roma buscó suavizar las prácticas paganas y estableció el Día de Todos los Santos el 1 de noviembre.
A partir del siglo IX, se añadió el Día de los Fieles Difuntos el 2 de noviembre, en un intento de cristianizar el culto a los muertos.
No obstante, la resistencia cultural fue notable; Samhain, aún adaptado a las nuevas creencias, permaneció como una práctica de gran simbolismo.
La tradición fue llevada a América por los inmigrantes irlandeses en el siglo XIX, y allí evolucionó en el Halloween moderno, adquiriendo elementos como el “truco o trato” y las calabazas talladas, que representan la fusión de antiguas creencias con la influencia de la cultura contemporánea.
EL DÍA DE MUERTOS: RAÍCES MESOAMERICANAS
El Día de Muertos, en cambio, es un testimonio de la rica cosmovisión de los pueblos indígenas mesoamericanos, particularmente entre las civilizaciones mexicas, zapotecas y purépechas.
Sus raíces son aún más antiguas, ya que este ritual de comunión con los difuntos se practicaba desde hace más de 3,000 años.
Para estos pueblos, la muerte era solo una transformación hacia una vida en el Mictlán, el inframundo de nueve niveles al que las almas debían descender en un viaje de cuatro años antes de hallar su reposo definitivo.
Este ritual no tenía fecha fija y estaba vinculado al calendario agrícola, especialmente a la siembra y cosecha del maíz, base de su subsistencia.
Con la llegada de los conquistadores españoles en el siglo XVI y la imposición del cristianismo, el Día de Muertos se adaptó al calendario católico, celebrándose el 1 y 2 de noviembre.
Aunque adoptó símbolos cristianos, los pueblos indígenas continuaron honrando a sus difuntos con altares llenos de ofrendas, que incluyen calaveras de azúcar, pan de muerto, velas y las tradicionales flores de cempasúchil, símbolos de guía para que las almas encuentren el camino hacia sus familias.
DIFERENCIAS CULTURALES Y SIMBÓLICAS
Aunque ambas celebraciones parecen compartir una misma esencia, sus diferencias son evidentes en los elementos y en la percepción misma de la muerte.
Halloween se ha secularizado y comercializado a lo largo del tiempo, generando una iconografía sombría que incluye esqueletos, brujas, fantasmas y seres del bajo astral.
Es una festividad donde el miedo y lo lúdico se combinan, reflejando una relación distante y desconfiada hacia lo desconocido y hacia la muerte misma, heredada de una Europa medieval cargada de superstición.
Por el contrario, el Día de Muertos es una celebración familiar, un ritual íntimo y colorido en el cual se convoca a los difuntos, no para temerles, sino para recibirlos en un ambiente de amor y respeto.
La muerte no se percibe como un final temible, sino como una transición en el ciclo de la vida.
Las familias mexicanas abren las puertas de sus hogares y colocan altares para recibir a sus seres queridos, convirtiendo cada altar en una obra de cariño y devoción que les permite, por un breve instante, reencontrarse con aquellos que han partido.
CONCLUYENDO
El estudio de estas dos celebraciones, nos recuerda la vastedad y la riqueza de las distintas culturas que pueblan nuestro mundo. Halloween y el Día de Muertos representan visiones diferentes de la muerte y del más allá; una, marcada por el temor y el misterio, la otra, por la reconciliación y la memoria familiar.
Ambas nacen de la necesidad humana de comprender lo efímero y de honrar la memoria de los difuntos, cada una desde su propia mirada y su propio tiempo.
Que cada 2 de noviembre recordemos las raíces de este festejo y honremos su esencia.
Que en los hogares  y en las casas mexicanas se enciendan luces y se coloquen ofrendas, porque en ese acto humilde y profundo, vivimos la promesa de un reencuentro eterno con aquellos que amamos.
Que el respeto y la devoción sean las ofrendas que compartimos entre culturas y generaciones, recordando que, en el misterio de la muerte, hallamos el reflejo de nuestra propia humanidad y el valor de

nuestra propia existencia .

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