Kevin CRUZ FRANCO

Fotografías: Cortesía

Nació en 1981 en Anagni, un pueblo que dista a cercanos 50 kilómetros de Roma, Italia. Su acercamiento con la música fue a la edad de 11 años, comenzando a tocar la guitarra. Graduado en la escuela Saint Louis College of Music de Roma, su formación abarca desde la música Clásica hasta el Jazz. A la edad de 18 años, comenzó a dedicarse a la enseñanza de guitarra, el cual hasta el día de hoy continúa siendo su trabajo principal.

La travesía comienza en el año 2013, cuando por azares del destino conoce a Domenico Pasquini “Mimmo”, quien fuera fundador del Mariachi Romatitlán y con quien sostendría una audición para cubrir el espacio para un nuevo miembro como guitarrista. “Salí de la entrevista muy emocionado y optimista pues el puesto era mío” relata Diego el suceso que cambiaría su vida.

Junto al Mariachi Romatitlán ha colaborado con la embajada de México en Italia, y ocasionalmente reciben invitaciones de las embajadas de México en Grecia, Dinamarca, Ucrania, Republica Checa, Egipto, Nigeria, Argelia, Kuwait y Qatar, llevando así una parte de la cultura mexicana al mundo.

La curiosidad y el anhelo le han hecho a estudiar el son jarocho y el huasteco, huapango huasteco y la chilena, mismo interés que lo ha llevado a ser parte de dos festivales en México de manera online, aunque nos cuenta que tocar en México en un futuro es uno de sus más grandes deseos.

Con gran entusiasmo, Diego nos relata como su acercamiento con la cultura mexicana se dio a través del mariachi para el cual trabaja, en donde comenzó como guitarrista y posteriormente le fue asignado el guitarrón, suceso que lo dejó cautivado: “ese sonido así tan lleno que te envuelve y te llega hasta los huesos, sus notas parecen pulsaciones o latidos”.

Además, considera que uno de los símbolos de la identidad mexicana es el mariachi “es tan importante, que hasta la UNESCO lo ha declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, gracias a su aporte y valor cultural”.

“Hechizador” es la palabra que utiliza Diego para describir su primer viaje a México, el cual le hizo enamorarse aun más de nuestra cultura. Pero específicamente hablando del mariachi, cree firmemente que puede despertar emociones intensas en todo el mundo por su esencia humana y sensibilidad. “Además, que destaca por sus capacidades musicales, sus instrumentos, el color y matices sonoros, vigor y excelente canto”.

México es uno de los países que mas impacto ha tenido en la vida personal y profesional de Diego Martucci, quien además nos cuenta haber vivido en la Ciudad de Oaxaca por un corto periodo. Relata haber tenido la oportunidad de escuchar Dios Nunca Muere y después asistir al espectáculo de Guelaguetza y haber cantado el himno de los oaxaqueños junto a los asistentes al evento, suceso que le emociona recordar.

 Al preguntarle sobre lo que representa Oaxaca para él, respondió lo siguiente:

“Para mí Oaxaca representa la fuerza de sobrevivir al tiempo, pienso en la resiliencia de su gente, su amabilidad, sencillez, hospitalidad. Oaxaca lleva consigo una fuerza inimaginable que solo puedes entender si te dejas envolver y arrastrar por su espíritu. Hablar de Oaxaca es hablar de sus riquezas, como por ejemplo la refinada artesanía, la gastronomía y el mágico mezcal, sus bonitos paisajes y la maravillosa música, todos estos rasgos son tangibles y por consiguiente cualquier persona puede valorar la indudable preciosidad. Al contrario, lo intangible es lo que te atrapa y nunca se va a desprender de ti, es decir: los olores, el aire tras la lluvia, el misticismo, la sabiduría ancestral de los pueblos indígenas, la luz de las calles nocturnas, la sensación de paz y serenidad a pesar de todo, el fuerte sentido de pertenencia y de comunidad.

En definitiva Oaxaca es el lugar donde se quedó un pedazo de mi corazón, por eso mi deseo más grande es revivir las emociones y espero un día volver a caminar por aquellas tierras amadas, y como dice la canción Lindo Oaxaca de mi alma no quiero morirme sin volverte a ver.”

Finalizó Diego Martucci, un mariachi con alma italiana y pasión latina.

 

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