RAZÓN, TESÓN Y CORAZÓN
Por Alejandro Ruiz Robles
“¡EL TIEMPO A DESTIEMPO!”
ENTRE RESORTERAS Y CANICAS
Si algo me provoca más de una sonrisa y me alegra más allá de un momento, es recordar lo feliz que era de pequeño, adolescente y en general, en toda mi vida académica.
De mayor a menor frecuencia durante esas etapas, que agradable era jugar con cualquier objeto que ante mí se presentara y permitiera a mi imaginación darse rienda suelta.
Bastaba una caja de cartón para considerarla una nave espacial, un popote para convertirlo en espada y hacer esgrima con el compañero más próximo o bien, tomar un objeto para convertirlo en balón y pretender sentirme cercado de rivales para exhibir mis habilidades. No era cosa de embrujo, era simplemente disfrutar el tiempo de la manera que me divirtiera.
Conforme conocemos más niños y los cumpleaños se acumulan, surge paulatinamente la madurez que nos muestra nuevas formas de juego y la realidad poco a poco supera en forma constante a nuestra fantasía.
Quizás ya no sea tiempo de piratas o superhéroes, ni mucho menos rivales intergalácticos a los cuales pretender enfrentar, pero lo que si es que la alegría generada en el pasado aún nos da energía en el presente y será motivo de nostalgia a futuro. ¿Coincides en ello?
DE DIFERENCIAS E INDIFERENCIAS.
Si hay algo constante en esta vida es que el tiempo transcurre y las modas como las etapas cambian. Lo que antes eran juegos en la calle ahora son en casa con temáticas de peleas o carreras callejeras. Lo que antes era una aventura al tocar el timbre y echarse a correr, es sustituido por tocar una tecla en alguna red social. Lo que antes era salir a vagar por el parque como distracción ahora se ha vuelto virtual al pasear por un sitio de internet.
Las cosas se transforman y hay que adecuarse a la realidad; por mucho que nos duela o añoremos, ya la calle se ha vuelto un lugar inseguro, fastidiar a alguien puede ser motivo de acoso y la caminata resulta incómoda para quien no fuma ni mucho menos tolera la marihuana. No obstante, es así lo que ahora nos toca vivir.
Los que ahora somos adultos estamos sorprendidos de la pasividad de los jóvenes, pero lo aceptamos. De hecho, se nos complica pensar que la cercanía virtual es distancia, a pesar de que las redes sociales permitan estar a sólo un segundo de contacto.
Realmente, nuestra mentalidad no está hecha para asumir que comer frente a un aparato que proyecta una imagen es una forma de compartir alimentos ni mucho menos una cena de proximidad o romántica.
En fin, en la medida que entendemos las nuevas modas nos damos cuenta de nuestra anticuada realidad.
¿Has pensado que las muestras de cariño por medios electrónicos realmente reflejan la calidez de tu persona?
¿QUIÉNES SOMOS?
Los ahora adultos seguro que no somos fáciles de ensamblar en un mundo nuevo, nuestra realidad nada tiene que ver con la virtualidad de los hoy niños y jóvenes; sin embargo, es posible que la manera en que disfrutamos nos deje por demás satisfechos. No se trata de confrontar si somos mejores o peores, simplemente, se trata de saber que la manera en que vivimos y lo que hoy sentimos es acorde a quienes somos.
Hemos entendido que por más que queramos encontrar la felicidad y el amor, si es para nosotros llegará directamente; de hecho, ni siquiera es necesario buscarla, por más trillado que así sea socialmente. Lo único en lo que podemos trabajar es en nuestra tranquilidad y como tal, nos corresponde tomar las acciones para tal efecto.
Seguro es que no entenderemos el mundo como lo miran los que ahora llamamos viejos y mucho menos pretenderemos encontrar comprensión en los que ahora vemos como jóvenes, pero lo que, si es básico, es que tenemos la madurez necesaria para intentar comprender sus puntos de vista y sobre todo, tender puentes para un diálogo eficaz que nos lleve a encontrar puntos en común.
Ni fáciles ni difíciles, ni sencillos ni confusos, ni transparentes ni oscuros, simplemente somos personas con la intención de ajustarnos a vivir en este mundo. ¿o tú nunca te has sentido fuera de este mundo?
LOS DONES.
La gran ventaja de los adultos es nuestra capacidad de adaptación no sólo a los cambios sino a las generaciones, sean pasadas o futuras. De hecho, debemos considerar que tenemos el sentimiento, la inteligencia y la habilidad para alcanzar acuerdos aún cuando no nos sean del todo favorables.
Escribir del intelecto es tomar en cuenta la estrategia como parte fundamental del diálogo, encontrar un método y utilizar con criterio las palabras adecuadas que favorezcan consensos. Sabemos que la suma de dos en los hechos resulta más de lo que nos dice la aritmética.
Se hace presente el corazón cuando requerimos de la energía necesaria para comprometernos con una causa y luchar por ella, a pesar de todas las adversidades. Nuestro deseo nos impulsa a llegar aún más allá de la lógica.
Y la habilidad que hemos desarrollado con la suma de conocimientos y experiencias para conducir a buen puerto lo que nos interese.
Al final, podrá haber muchas formas de pensar, pero siempre tendremos la virtud para tomarnos un respiro y alcanzar la mejor solución.
¿Alguna vez te has cuestionado si estás listo para entender a las otras generaciones?
ENTENDER SIN DESATENDER.
En fin, quizás nunca comprenderemos a plenitud el sentir de otras generaciones, ni de otras regiones o ideologías; sin embargo, sí tenemos la posibilidad de poner atención a las personas que nos rodean, escucharlas y compartir.
De más estará el diálogo si lo que se trata es de imponer la forma de pensar o vivir de alguien. Lo mismo sucederá si hay alguien sumiso que sólo espera a actuar como un tercero le indique.
Dialogar es construir y en nosotros está ser arquitectos de los diseños de consensos que a todos satisfagan y con los cuales, todos estemos comprometidos.
Desde luego, esto no es un camino sencillo ni mucho menos fácil, pero en la medida en que pongamos nuestras habilidades, dirigidas por el intelecto y animadas con nuestro sentir, tendremos la energía, paz interior, alegría, serenidad y entusiasmo para acordar con nuestra comunidad y, en especial, con quienes estén a nuestro lado.
Acordar es la base de la convivencia y nos inspira a seguir construyendo consenso en nuestro beneficio y una vez que cosechas los resultados estás listo para alcanzar metas comunes, con la ilusión que te da la unidad.
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