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Aida GAXIOLA*

En esta obra de teatro llamada vida, cuando uno tiene el papel de mamá, invariablemente se nos designa hacer de supervisor de la obra completa y solventar los diferentes vacíos que se generan en el ejercicio de tener una familia.

Entonces, estás de lo más tranquila haciéndola de “mamá luchona” trabajando en línea, haciendo limpieza, tratando de cocinar, dándole seguimiento a las clases de los chamacos y de paso tratando de entender porqué tu hijo el grande anda de un humor insoportable (adolescencia aparte). Cuando de repente, Pablo empieza a molestar a los otros dos hermanos con singular saña y todo va escalando de a poquitos hasta que ves que sale volando uno de ellos. Pablo decide dejarlos y va hacia donde tu estás y empieza a molestarte; permites que esté ahí contigo picándote la espalda, pasando donde acabas de trapear, tirando moronas, cerrándote la compu. Tú, como buena madre, aguantas, sin embargo, tu paciencia (de por sí precaria) se acaba y le dices con tu característica amabilidad: ¿Qué chinas quieres?, “Nada”, contesta el animal. ¿Entonces?, “Nada”, sigue contestando. “Pablo, ya deja el jueguito” y el muy chamaquito responde “Nada”.

Con ese último “Nada” tu paciencia expiró y entonces le contestas “¡Chinga tu madre Pablo!”  y el muy adolescente responde: “Pues eso estoy haciendo”. Te quedas pensando y le dices “¡Entonces ve y %& a tu Padre!”

*Maestra Aída Gaxiola. Psicóloga Clínica, Madre, Yogui. Fascinada por las historias que florecen pero sobre todo de la maravilla del desarrollo humano. aidagaxiolav@hotmail.com

 

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