Compartir

Aída GAXIOLA*

En el mundo onírico todo es posible, los espacios son grandes y pequeños a la vez o bien alguien que tiene un rostro puede ser alguien más, con intensiones que sabes pero que no ves.

Entonces, estás con tus hijos de camino a casa en el coche, cuando de repente ves un poco distraído al pequeño absorto en la ventana pensando (cosa rara en él ciertamente). Estás a punto de preguntar que sucede cuando desde la sinceridad te dice: “Mamá, fíjate que soñé que estaba justo en el carro (como ahora) de regreso a casa (como ahora) pero que yo no era yo”.

Tú con tu figura de mamá dices “Es normal hijo, a veces no somos lo que somos” (cuando lo escuchas, no suena ni cerca de lo clarísimo que parecía la frase en la cabeza). Tu hijo grande dice:”Ma, y si no acabamos las tareas aun así ¿nos dejas ir a entrenar?”. Tú te le quedas viendo con cara de ¿Quién me piensas?. En eso el chico sigue su plática como si solo él existiera. “Mamá, yo era tu y también era él (señalando a Pablo)”, y viendo a su otro hermano dijo: “No era tu”. Pero mamá como era tu yo decía muévete carro y se movía, decía hazte grande y todo se hacia grande. ¿Sabes qué fue lo mejor?” Tú pensando que ser tu era lo mejor (modestia aparte), preguntas: ¿qué fue, hijo?.” Que a donde íbamos era mi lugar feliz” (tu toda emocionada porque en ese momento van hacia casa) sin embargo, un resquicio de duda te hace preguntar (pensando en corroborar) “¿Dónde es tu lugar feliz?”. Lo cual sin verte, ni ver a nadie tu peque responde “Pues la cancha donde entreno, Mamá”.

 

 

*Maestra Aída Gaxiola. Psicóloga Clínica, Madre, Yogui. Fascinada por las historias que florecen pero sobre todo de la maravilla del desarrollo humano. aidagaxiolav@hotmail.com

Compartir