Aída GAXIOLA*
Ilustración: Iván Vásquez
La desesperación ha sido una de las pasajeras en este viaje que llamo “adolescencia apocalíptica”, quiero aclarar que esto sólo es para los monstruos de mis niños. Quiero pensar o al menos desear que todos los demás llevan mejor las adolescencias de sus hijos (incluso de mis hijos). Porque esto de la comunicación se ha tornado el aprendizaje de un nuevo idioma tipo “na´vi” (exacto como en Avatar)
Entonces, es uno de esos días (por no decir semana, por no decir mes) que te encuentras sumamente cansada y agobiada (de esas que hasta sin dinero andas) y la belleza interior, no se diga la exterior se encuentra acabada. Llegas a casa después de un día de perros. Tus hijos no han hecho mucho ni por ellos, ni por su espacio, no se diga por su higiene. Sólo quieres descansar, terminar el día con un “todo bien” y un buen café. Pero en eso, tu chamaquito, troglodita Pablo, decide que es buen momento para “pedirte un permiso”. A continuación la escena:
Pablo: Mamá ¿me das chance de ir con Michel?(aquí puede ser cualquier nombre, porque hace un año que ni sabes con quien se junta, porque no encienden sus cámaras en los chats).
Tú (léase mamá): ¿Quién es Michel? (por dentro piensas “La novia es Angy” ¿o no?).
Pablo: ¡Ves como nunca me escuchas! Ya te había hablado de mi amigue. Dice que si puedo ir a lo de la fiesta de la virgen.
Tú: ¿Cómo? Tú ni crees en la virgen. ¿Me estás mintiendo? ¿A dónde es? ¿Con quién van? ¿Por cuánto tiempo? ¿Cuándo? ¿Dónde?
Pablo: ¡NO SÉ! pero parece interrogatorio. ¿Me vas a dejar ir o no?
Tú: Pero Pablo, si no sé la información básica. ¿Cómo te dejo ir? Entonces, no estás pidiendo permiso estás avisando.
Pablo: ¡Ay! Si te ibas a poner así mejor dime que no me dejas.
Muy molesto se fue a su cuarto el troglodita. Tú no sabes si hablarle o no. En tu lógica de mamá estuvo correcto el procedimiento cautelar. Pero de pronto oyes entre almohadas aventadas y hojas que se rompen. “Si no te dijera nada (eso es avisar). Si te digo eso es permiso”. Tú no cabes de la sorpresa (creo que ha sido el día o la vida) pero con ese sentimiento y los ojos de plato te das cuenta que tu hijo ya no cabe en su papel de niño adolescente y está comenzando a querer ser adulto (con nada de conocimiento).
*Maestra Aída Gaxiola. Psicóloga Clínica, madre, yogui. Fascinada por las historias que florecen pero sobre todo de la maravilla del desarrollo humano. aidagaxiolav@hotmail.com