Aída GAXIOLA*
Cuando uno tiene pequeños lo que le gustaría enseñarles es cultura, artes, comunicación y lo que consideramos datos importantes, por eso la escuela y demás cursos y talleres. Pero en realidad, cuando crecen y van al mundo, les faltaba saber de relaciones interpersonales, de negociación y sobre todo astucia para saber ponderar riesgos y pérdidas.
Entonces estás en el lavaautos en una cola interminable para que pase tu carro y decides, para pasar el tiempo, enseñarles a tus hijos a jugar “conquian” (juego de cartas del demonio). Te encuentras en esa ardua labor cuando de pronto se te acerca un pequeño como de 6 años (hijo de uno de los lavadores) a curiosear y ves que como rémora se encuentra su hermanita de claros 4 años. Tus hijos haciendo corajes más que cuentas, se desesperan fácilmente, entonces de pronto el pequeño dice las palabras mágicas “¿Puedo jugar?” Tú sorprendida porque no pensabas encontrar un taur tan pequeño decides darle según una oportunidad al peque. El niño con toda la inocencia del mismísimo satanás te dice “¿podemos apostar un peso?”. Tú lo crees parte del folklor del lavautos. Dices “sí”. El pequeño demonio empieza a barajear cartas con la destreza de las vegas. En ese momento aún piensas que puedes ganar empieza el juego, carta uno y carta dos. De pronto empieza a ganar, tus hijos intentan dar batalla, pero ni siendo tres cerebros hacen las cuentas bien. El niño y su pequeña rémora ganan una y ganan dos siguientes. En eso para recuperar haces apuestas más serias de 5 pesos, por ejemplo. Sigues perdiendo, en eso tu carro está listo pero tú no. El niño con un capital ya superado te dice “Seño, usted ya se va, ¿me vende su baraja?” En eso ves a tus niños aburridos como ostras, el lavador viendo como ocupas espacio y los clientes no dando crédito de que te has enojado con un niño de 8 años. Caes en la cuenta que vicio es vicio y no sabes si por orgullo o por prudencia dices “NO”. Subes a tus niños y ya no diste propina al lavador porque todo tu resto se lo llevo el pequeño taur.
*Maestra Aída Gaxiola. Psicóloga Clínica, Madre, Yogui. Fascinada por las historias que florecen pero sobre todo de la maravilla del desarrollo humano. aidagaxiolav@hotmail.com