Aída GAXIOLA*
Cuando eres mamá, es complicado decir que ya sabes qué hacer siempre, digamos que la mejor referencia es que parecemos legos y nos transformamos todo el tiempo somos “mamá en construcción” y lo difícil ha sido que piensas que ya vas tomando forma cuando de pronto alguno de tus hijos decide hacer una nueva figura y toda tu “lego” acaba siendo miles de piezas en el suelo.
Estás en un fin de semana cualquiera (bueno no tanto) porque ha sido un par de semanas de pesadilla por los exámenes, las tareas, lidiando con que ya están en clases presenciales, con que las actividades extracurriculares siguen apareciendo y sobre todo que tus hijos ya no son tan niños ya que empiezan a hacer “SUS” cosas. Y, porque ahora resulta que no hay suficiente “AMOR” (atención total) para ninguno de tus hijos. Vayamos por partes: tienes un trabajo que es con que les das de comer, aparte atiendes casa, comida, ropa, limpieza (sí, uno lo hace todo por eso de la pandemia). Aunado a eso vas a entrenar deporte con los animalitos de raza que se dicen tu progenie. Pero claro, como eres “Mamá”, pues que ni se te ocurra tener vida, cansancio o si quiera sed, porque cómo se te ocurre que puedes tener “necesidades” (y ya no se diga de esas de mujer, hablemos de las elementales como ir al baño, por ejemplo). Y entonces, ese fin de semana quieres ver una película (UNA) y pues uno de tus hijos te dice de último que ese sábado tienen partido “la final” y que si no lo tienes agendado es porque no le pones atención. El otro escuincle dice que ¿cómo se nos ocurre?, ir a lo del partido cuando ese día quedo con la noviecita de verse en la casa, que él te había dicho desde el miércoles (justo cuando estabas tratando que la comida no se quemara) y el pequeño dice que por él no hay problema pero que aún le falta un par de exámenes y que no ha hecho las guías de repaso. Al final decides hacer un plan estratégico, donde llevas a todos a la final incluida la novia, donde haces que todos le pregunten lo del examen del lunes al más pequeño. Te aseguras que el grande vea que TODOS lo apoyan. Al final, parece ser que lo vas lidiando bien, cuando de pronto, te tomas 5 minutos para poder comprarte un raspado (porque te diste cuenta que son las 4 y aún no desayunas) y resultó que en ese momento tu hijo hace la jugada del partido, el mediano se pelea con la novia y el chico te anda buscando porque se le ocurrió bajar el libro y no lo encuentra en las gradas. Cuando todos te ven con el raspado sólo alcanzas a oír (mientras tu cuerpo se convierte en un gigante verde) “¡Ay, mamá! ¿cómo se te ocurre no estar? ¿qué no ves que lo que pasa aquí es más importante que tu raspado?

*Maestra Aída Gaxiola. Psicóloga Clínica, madre, yogui. Fascinada por las historias que florecen pero sobre todo de la maravilla del desarrollo humano. aidagaxiolav@hotmail.com




