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En tiempos actuales, las herramientas digitales son de lo más útiles para poder maquillar la realidad. Una realidad compleja, caótica y a veces pesada. Una realidad con pandemia, niños en casa, la necesidad de trabajo y un mundo amenazante de virus que no ves, pero que cada vez matan a gente más cercana.

Entonces, estás como si nada en la normalidad de la sobremesa de la cocina, cuando de pronto se oye la notificación característica del messenger. Observas que el sonido ya se volvió condicionante y tus bestias paran orejas y las bajan en segundos, cuando descubren a quién va dirigido el mensaje. De pronto, sucede algo extraño, el sonido de notificaciones envuelve el lugar y como silbato de perro, tus hijos (menos el chiquito) no saben qué hacer con todos los celulares sonando y ves que la foto que subió tu bebe donde sales cortando tomates, con 17 filtros exactamente, hizo que todo mundo preguntara ¿quién es ella? De mientas, el bebe -como si nada- está contestando mensajes mientras que los otros dos estás tratando de descubrir que está pasando. “está súper bonita”, “pero qué ojos”, “está altísima”, “se ve súper buena onda” (por cierto, nunca descubriste cómo se llamaba este filtro). El punto de este episodio culminó cuando tu bebe escribe en su estado de facebook “Mi mamá podría ser una buena niñera, pero se fresea con las cirugías”. Surgen muchos comentarios como “a mí, puede criarme cuando quiera”, “¿pero tu mamá no era otra persona?”, “que me haga el desayuno siempre”. Supiste de dichas expresiones por tus otros dos hijos y cuando les exiges que te informen sobre qué más se escribe, ves tu foto en la red social y te das cuenta que no le pides nada a una estrella de cine. Pero poco a poco vas cayendo en la realidad que esos NO son tus ojos, tu boca, tu piel. Terminaste siendo el lobo de caperucita.

Al final, ves cómo esos 5 minutos de fama, se desvanecieron como los filtros en tu foto y que la atención que en su momento estaba en el climax, ahora es una neblina pasajera. Se sintió bonito ver que tus hijos estuvieran pendientes de ti.

Lo bueno de esta anécdota es que en una tarde entendiste el juego de los likes, lo malo es que ahora eres adicta a los filtros. Creo que si te pasa algo, nadie sabrá que eres tu porque “Ese no es tu cabello y esos no son tus ojos”, pero antes muerta, que sencilla ¡Se tenía que decir y se dijo!

 

*Maestra Aída Gaxiola. Psicóloga Clínica, Madre, Yogui. Fascinada por las historias que florecen pero sobre todo de la maravilla del desarrollo humano. aidagaxiolav@hotmail.com

 

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