Aída GAXIOLA*
En las diferentes facetas de ser mamá, a veces se les olvida a todos que eres mujer, novia, pareja, profesionista, amiga e hija y que sientes de la misma manera que todos a tu alrededor. Pero la diferencia con ellos, es que tienes menos tiempo de tratar, conocer o investigar (tipo FBI) a esas personas que te gustaría conocerte.
Entonces, estás como si nada cumpliendo el rol que desempeñas en esta obra de teatro que llamamos “Maternidad” o “Vida” (para los más “filosóficos). En este rol te toca ir y traer, llevar y cargar, acompañar y conocer gente nueva en actividades que no son tuyas propiamente, si no que al estar garantizando el “sano” desarrollo de tus hijos, pues esta convivencia se vuelve inevitable. Esta vez toca ir al “tocho bandera” (fut americano, sin contacto, sin cascos) y tus hijos empiezan a entrenar; al inicio no querías ni acercarte, pero en la insistencia de tu ascendencia de ser “buena madre”, pues terminas en las canchas lunes, miércoles y viernes acompañándolos en su entrenamiento, y domingo de juego forzoso (te quitaron tus días de descanso). Ya que ahora tu distracción es el juego, pues empiezas a codearte con jugadores, coaches y porras. Descubres un mundo relativamente sano y piensas “Pero yo la neta sí soy intensa”. A medida que pasa el tiempo, se dan cuenta que eres la que más grita en las porras, que igual te enojas con los árbitros y que les mientas la madre en las injusticias y que te pones a platicar con el coach (que no está de mal ver) -léase “Nada de lo que una buena madre, debería”-. Y a medida que pasa el tiempo, cuando te vas adentrando más y más a ese mundo, tus hijos van teniendo más pena de ti, porque ahora alegas, propones, participas (nada tibio) y como cereza del pastel, en una de las convivencias decides plantarle un beso al coach (obvio, es contemporáneo). Pa´ pronto, “intenseas”, dijera Pablo.
Tú, por dentro, dices “Si ustedes me invitaron y si me conocen, ¿¡pa´ que me invitan!?”. En realidad, no te has portado tan mal, pero no sabes porque la gente huye. Sinceramente, piensas “Tibieza, nunca. Infierno o cielo porque a la mitad está la NADA”.
*Maestra Aída Gaxiola. Psicóloga Clínica, Madre, Yogui. Fascinada por las historias que florecen pero sobre todo de la maravilla del desarrollo humano. aidagaxiolav@hotmail.com